Re-Conocer la VERDADERA BELLEZA

puerta

Enseguida que entres en el primer valle, el de la búsqueda, cien penosas cosas te asaltarán sin cesar. A cada instante tendrás que experimentar en este lugar cien pruebas; el loro del cielo no es más que una mosca allí. Tendrás que pasar varios años en este valle y hacer penosos esfuerzos y cambiar allí de estado. Tendrás que abandonar en efecto tus riquezas y dejar todo lo que posees. Tendrás que entrar en un charco de sangre renunciando a todo; y cuando tengas la seguridad de que ya no tienes nada, aún te quedará el despegar tu corazón de todo lo que existe. Cuando tu corazón esté salvado así de la perdición, verás brillar la pura luz de la majestad divina y, cuando esta se manifieste a tu espíritu, tus deseos se multiplicarán al infinito. Aunque hubiera entonces fuego en el camino del viajero espiritual y mil nuevos valles más penosos para atravesar los unos que los otros, movido por su amor, se introducirá como un loco en estos valles y se precipitará como la mariposa en medio de las llamas. Empujado por su delirio, se entregará a la búsqueda simbolizada por este valle; pedirá a su escanciador un trago de ella. Cuando haya bebido algunas gotas de este vino, se olvidará de los dos mundos. Sumergido en el océano de la inmensidad, tendrá, sin embargo, los labios secos y sólo podrá pedir a su propio corazón el secreto de la eterna belleza. En su deseo de conocer esta belleza, no temerá a los dragones que quieren devorarlo. Si, en este momento, la fe y la infidelidad se presentaran juntas a él, las recibiría igualmente gustoso, siempre que ellas le abrieran la puerta que debía hacerle llegar a su meta. En efecto, cuando esta puerta le está abierta, ¿qué es entonces la fe o la infidelidad, puesto que al otro lado de la puerta no hay ni la una ni la otra?»
Farid-Uddin-Attar, «La asamblea de los pájaros»