Atestiguar

Observar, sin juzgar, relajadamente.

Ira, celos, envidia, codicia, competitividad… todos nuestros problemas son muy pequeños, pero nuestro ego los magnifica, los hace tan grandes como puede. El ego no puede hacer otra cosa; su ira también tiene que ser grande. Por su gran ira, gran miseria, gran codicia y gran ambición se hace grande.

Pero tú no eres el ego, sólo eres quien observa. Sólo ponte a un lado y deja pasar a los miles de caballos… Veamos cuánto tiempo les cuesta pasar. No hay necesidad de preocuparse. Según vengan, -son salvajes- se irán. Pero no perdemos ni siquiera un pequeño burro; ¡saltamos inmediatamente sobre él! No se necesitan miles de caballos salvajes. Sólo un pequeño motivo, y estarás llena de ira y fuego. Te reirás de ello más tarde, por la estúpida forma de actuar.

Si puedes ver, sin involucrarte, como si fuera algo en la pantalla de un cine o de un televisor… Algo está pasando; ¡míralo! Se supone que no debes hacer nada para prevenirlo, para reprimirlo, para destruirlo, para sacar una espada y matarlo, porque ¿de dónde vas a sacar la espada?- de la misma fuente de donde viene la ira-. Es todo imaginación.

Sólo observa, no hagas nada, ni a favor ni en contra. Te sorprenderás: lo que parecía muy grande, se vuelve muy pequeño. Pero nuestro hábito es exagerar.

Un niño pequeño llega a casa corriendo y le dice a su madre -no tiene más de tres años- «¡Mamá, un gran león, rugiendo fuertemente, corría detrás de mí por millas! Pero de alguna manera conseguí escapar. Muchas veces estuvo muy cerca. Estaba a punto de atacarme pero pude correr más rápido.»Osho

La madre miró al niño y dijo: «Tommy, te he dicho un millón de veces que no exageres! ¿Cómo puedes encontrar un león en la ciudad… Y has estado corriendo durante millas?
¿Y dónde está el león?»

El niño miró fuera de la puerta. Dijo: «Está ahí quieto. Pero, a decir verdad, es sólo un pequeño perro… ¡Muy pequeño! Pero cuando estaba corriendo detrás de mí me pareció… Me dices que no exagere y ahora mismo has estado exagerando que me lo has dicho millones de veces.»

Nuestras mentes exageran mucho. Tienes pequeños problemas, si puedes dejar de exagerar y sólo ver, entonces, que junto a la puerta hay un pobre perrito de pie. No hay necesidad de correr kilómetros; tu vida no está en peligro.

Cuando la ira viene a ti, ella, no te va a matar. Ha estado contigo muchas veces antes y has sobrevivido perfectamente bien. Es la misma ira por la que has pasado antes. Sólo haz una cosa nueva, que nunca has hecho… Esta vez sólo mira, como si no te perteneciera, como si fuera la ira de otra persona. Te llevarás una gran sorpresa: desaparecerá en segundos. Y cuando la ira desaparece sin ninguna lucha, deja tras si un estado tremendamente hermoso, silencioso y amoroso…

Sólo mira, verás que trae una lluvia de placer a tu ser. Lentamente, lentamente, todas estas emociones desaparecerán; ya no vendrán más… No vienen si no las invitas.

Vigilancia, alerta, o consciencia son todos diferentes nombres del mismo fenómeno: atestiguar. Esa es la palabra clave…
Al observar, no sólo te liberas de la ira, sino que también te liberas de parte de la mente.

Lentamente, lentamente… Un día te despiertas de repente… No hay ninguna mente. Sólo estás observando, atestiguando en las colinas. Ese es el momento más hermoso, el amanecer más glorioso. Sólo a partir de entonces comienza tu verdadera vida.

Osho, The Invitation