Honorable Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España

Pedro-Sánchez

Honorable Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España

Me pongo de nuevo en contacto con usted para informarle del pulso social que, en relación al Covid 19 y al Nuevo Orden Mundial, se detecta en las redes sociales. De esta forma, pretendo contribuir a la creación de una Opinión Pública diversa que garantice nuestra salud psicológica, emocional y física. Estará usted de acuerdo con migo en que esta es la mejor garantía para que, colectivamente, elaboremos respuestas creativas que aporten soluciones a las necesidades y a los problemas que diariamente enfrentamos, pero también para que, entre todos, podamos crear una nueva civilización basada en el amor y la sabiduría, el servicio a los demás, la interdependencia y la auto responsabilidad.

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Señor presidente, una de las cuestiones que la gente de a pie se está preguntando en estos momentos de incertidumbre es la de si el Nuevo Orden Mundial, del que tanto se habla desde las tribunas públicas y desde el Parlamento de la Nación, es una conspiración. Es decir, si representa el anhelo de unas élites globales que están ejecutando un plan cuyo último objetivo es reducir drásticamente la población mundial. O, si por el contrario, es otra cosa. En una primera reflexión yo diría que, habida cuenta de la enorme diversidad de formas de vida y de conciencia que habita sobre la Tierra, la idea de crear un Orden Mundial que establezca consignas únicas para todos, a priori, resulta un tanto utópica. Si la realidad nos dice que somos muy diferentes los unos de los otros quizás sea más sensato educar para la autogestión en diferentes escalas y para el diálogo constructivo que podría, eso sí, elaborarse en torno a una idea de valor con la que todos estuviésemos de acuerdo y que facilitase que esa enorme diversidad que nos singulariza no solo como humanidad, sino también como planeta, sea garantizada y pueda convivir en armonía. Aunque también existe la posibilidad de que ese Orden Mundial del que ustedes hablan sea, en realidad, una pretensión distópica, es decir, que se nos quiera imponer por la fuerza. De ahí la sospecha de que las intenciones que lo promueven no sean benignas sino malévolas.

Señor presidente, si este Nuevo Orden Mundial fuera una distopía, la difícil y gran pregunta que nos hacemos muchos ciudadanos de a pie es la siguiente: ¿nuestros líderes políticos forman parte de esta conspiración? Dicho de otra forma: ¿nos están ustedes llevando por el camino de la alienación y la subyugación más atrevida, hasta el punto de convertirnos en esclavos de unas máquinas (que serían manejadas por esa élite global) y lo que es peor, son ustedes cómplices de un plan que pretende eliminar a más de 7.000 millones de personas en apenas unas décadas? El genial filósofo español José Luis López Aranguren dice que existen tres tipos de personas: las morales, que hacen el bien para ellas mismas y los demás de forma consciente, las inmorales, que hacen justamente lo contrario y, finalmente, las amorales que pueden hacer el bien o el mal de forma indistinta, pues o bien no disponen de toda la información que alimenta sus actos o no son plenamente conscientes de lo que hacen. 

Habida cuenta de la fascinación que ejerce el poder político sobre aquellos que lo practican (que nace de la sensación de invencibilidad que le procura al ego y que tan familiar es para el alma), es frecuente que las personas involucradas en su ejercicio se pierdan por los laberintos de la oscuridad, traicionen sus propios principios originales y se conviertan en seres corruptos. Pero también cabe la posibilidad de que la fascinación que acabo de mencionar nuble temporalmente el entendimiento y la persona, lejos de alinearse con la oscuridad extrema que se nutre del placer negativo y gusta de hacer daño a otros seres, simplemente se transforme en un ser amoral, es decir, alguien que imagina hacer el bien o el mal cuando en realidad está haciendo todo lo contrario. En este sentido, señor presidente, sabemos que las organizaciones que no son transparentes están compartimentalizadas de tal forma que las instrucciones que llegan a las bases o a las zonas intermedias ocultan las intenciones originales de aquellos que se sitúan en la cúspide de la pirámide, por lo que sus ejecutantes pueden fácilmente caer en la trampa de la amoralidad. De ahí que los ciudadanos de a pie deseemos pensar que si el Nuevo Orden Mundial fuera una distopía, la clase política no estaría formando parte de la misma, de forma intencionada y plenamente consciente. 

En cualquier caso, nos gustaría que ustedes, cuando se refieren al Nuevo Orden Mundial, en lugar de hablar de generalidades como, por ejemplo, que tiene la misión de resolver los graves problemas que afectan a la humanidad, nos lo definan con claridad. Pues, al margen de que existan unas élites globales que desde el inicio de los tiempos han intentado gobernar el mundo (esto de nuevo tiene poco), que medio mundo (EEUU, Canadá, Brasil, Polonia, Serbia, Nigeria, España), esté ya en la calle (o desde sus balcones) protestando por este confinamiento que es percibido como un pretexto para implantar una dictadura encubierta (en lugar de orden habría que hablar de caos) y que países tan importantes como Estados Unidos o Brasil se hayan retirado de la Organización Mundial de la Salud y no sigan sus directrices (el pretendido orden ya no es mundial sino parcial), seguimos sin saber en qué consiste, quién lo compone y, sobre todo, que valor jurídico tiene. Señor Presidente del Gobierno, cuando los ciudadanos nos enteramos de que el Parlamento Europeo dicta una orden la acatamos pues, nos guste o no, existen unas reglas de juego democráticas. Como usted sabe, los ciudadanos elegimos a una serie de diputados europeos por sufragio universal, directo y secreto, cada cinco años. Es posible que este no sea el sistema perfecto pero por lo menos tiene unas reglas de juego que son conocidas por todos. Sin embargo, el Nuevo Orden Mundial: ¿qué legitimidad democrática tiene? 

Volviendo al tema de si es una utopía con pocas probabilidades de éxito o una distopia alienante que ha comenzado a quitarse las máscaras que lo mantenían oculto (o quizá es que se les están cayendo solas), resulta singular que ciertas personas de renombre mundial lo estén ya tachando de conspiración y que lo hagan abiertamente. El coronel de la inteligencia militar rusa y doctor en ciencia militar Vladimir Kvachkov, por ejemplo, dice lo siguiente: “El fenómeno del coronavirus, que se ha clasificado falsamente como una pandemia, necesita ser examinado desde la perspectiva de los poderes globales religiosos, políticos y financieros y ha de ser considerado como una operación estratégica global. El objetivo de estos poderes ocultos es reducir la población mundial, es su idea fija. Para ellos deben haber cien millones de los suyos mandando y un máximo de mil millones sirviéndoles como esclavos”. 

Por su parte, el Vaticano ha emitido un comunicado firmado por cardenales y obispos en el que se dice lo siguiente: «No permitamos que con la excusa de un virus se borren siglos de civilización cristiana para instaurar una odiosa tiranía tecnológica en la que personas sin nombre y sin rostro decidan la suerte del mundo confinándonos a una realidad virtual. Téngase en cuenta la flagrante contradicción que se observa entre quienes persiguen políticas de reducción drástica de la población y al mismo tiempo se presentan como salvadores de la humanidad, sin tener la menor legitimación política ni social”. 

En la esfera política, la diputada italiana Saria Cunial dice lo siguiente: “Al grito de “divide y vencerás” nos quitáis la libertad. A pagar son sobre todo nuestros hijos, almas violentadas de acuerdo con quien supuestamente debería garantizar sus derechos. Dicen ustedes que será permitida la vuelta al colegio solo con pulseras para acostumbrarnos a la libertad bajo vigilancia. A los tratamientos sanitarios obligatorios, esclavistas y a los campos de concentración virtuales. Y todo ello a cambio de un patinete y una tablet. Todo esto para satisfacer los apetitos de un capitalismo financiero cuyo motor es el conflicto de intereses y que está representado por la OMS cuyo primer financiador es el conocido filántropo Bill Gates que ya desde hace años se dedica a diseñar un plan de despoblamiento mundial y que no tiene reparos en declarar públicamente que con las nuevas vacunas podremos reducir la población mundial en un 15% y que solo un genocidio puede salvar el mundo”. 

Finalmente, mencionaré al prestigioso doctor estadounidense Rashid Buttar, graduado en la universidad de Washington y especialista en toxicología clínica de metales, inmunodeficiencia y medicina preventiva y director del Centro de Medicina Avanzada en California y Carolina del Norte, quién afirma lo siguiente: “¿Y cuál es el plan de estas élites? Promover la vacuna obligatoria. El pueblo americano y todos los ciudadanos del mundo se tienen que dar cuenta de que esta pandemia del coronavirus es, en realidad, una tapadera. Hay un plan de despoblación. Las élites del poder global han citado a Bill Gates con la siguiente instrucción: Despoblación por vacunación”. 

Señor presidente, cuando algo tan serio como la existencia de una conspiración que pretende diezmar a la población mundial lo dicen personas comunes y corrientes puedo comprender que se las tache de instigadoras, fantasiosas o de acérrimos lectores de literatura de ciencia ficción distópica. Sin embargo, cuando esta idea es transmitida por personas de prestigio, que ocupan cargos en las esferas del poder o que tienen acceso a información privilegiada, la cosa cambia. Porque, a no ser que tengan evidencias de que esta conspiración es cierta, ¿qué sentido tiene que lo digan abiertamente?, ¿por qué exponerse de esta forma ante la opinión pública? En cualquier caso, negar que exista una conspiración es difícil si observamos, por ejemplo, que en un canal como YOU TUBE ya se han censurado nada menos que 40.000 videos que expresan opiniones diferentes a las oficiales. 

La idea de que alguien desee exterminar a 7.000 millones de personas es tan descabellada que resulta difícil de creer. No obstante, si empiezan a salir a la luz pública evidencias que nos invitan a pensar que existe la posibilidad de que sea una realidad, lo lógico es que usted, su gobierno y todo el espectro político reclame y realice una investigación en profundidad que lo desmienta o, en su defecto, lo confirme. Lo que desde luego no podemos hacer, señor presidente, es seguir viviendo con la incertidumbre de que unas élites globales, por muy poderosas que sean, estén maquinado un plan tan descabellado. 

A la hora de buscar señales que faciliten el encuentro con la verdad el primer lugar al que deberíamos mirar es a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es la institución supranacional que forma parte de este Nuevo Orden Mundial y que se presenta ante la opinión pública como la responsable de dirigir esta crisis sanitaria. Lo cierto es que esta organización está siendo cuestionada de forma muy seria, no solo porque Estados Unidos (su principal financiador) se haya retirado y ya no siga sus dictámenes, sino porque se ha convertido en una institución privada, financiada por Bill Gates (su principal benefactor) y por las corporaciones farmacéuticas. ¿Qué credibilidad le podemos dar los ciudadanos y los gobiernos a una institución privada (por cierto, fundada por Rockefeller y apoyada por el Partido Comunista Chino) que, como es lógico, vela por sus intereses? ¿Tenemos que creernos a pies juntillas que este señor es un filántropo verdadero y que sus intenciones son benignas o, habida cuenta de las repercusiones que acarrean sus decisiones, tenemos la responsabilidad de cuestionarle y exigirle total transparencia? ¿Tiene sentido que su gobierno done dinero público, en concreto doscientos millones de euros, a las fundaciones de Bill Gates sin pedirle cuentas de su gestión? 

Lo cierto es que este señor no es médico, ni científico, ni sanitario y sin embargo, proyecta la imagen de “salvador de la humanidad” mediante la puesta en marcha de un plan de vacunación masivo, a nivel mundial. Al margen de que intentar salvar a otros de su desdicha sea una pretensión más propia de perpetradores que de gente honrada, resulta curioso que este señor lleve años insistiendo en la idea de que el mundo iba a sufrir esta pandemia. ¿Será una coincidencia que en la presentación de los Juegos Olímpicos de Londres del año 2012 se escenografió una pandemia del coronavirus con todo lujo de detalles? Pero Bill Gates se atreve a decir también que vamos a tener nuevos rebrotes del virus y que la situación que estamos viviendo no se va a normalizar hasta el año 2022. En este sentido, la pregunta es obvia: ¿existen datos científicos que respalden estas afirmaciones o son meras conjeturas propagandistas? 

Señor Presidente, a la gente le gustaría pensar que Bill Gates es un tipo estupendo, bondadoso y compasivo y que solo pretende que todos los seres humanos seamos felices. Sin embargo, la realidad es bien diferente. En estos momentos es seguramente una de las personas más odiadas del mundo. Si desea comprobarlo eche un vistazo a las redes sociales o entre en su cuenta de Instagram y rastree las respuestas que le dan sus “seguidores”, la gran mayoría son negativas. Por otra parte y de acuerdo con las declaraciones del doctor estadounidense Dietrich Klinghardt, que lo conoce muy bien pues vivió durante años a cien metros de su casa, Bill Gates no vacuna a sus hijos. Si fuera cierto este señor carecería obviamente de credibilidad, por consiguiente habría que investigarlo y pedirle pruebas fehacientes de que las vacunas que promueve con tanto entusiasmo las está utilizando él y toda su familia. 

El abogado norteamericano Robert Francis Kennedy (sobrino del presidente John F. Kennedy) afirma que entre los años 2000 y 2017, en la India, su programa de vacunación contra la polio dejo paralizados a 496.000 niños; que en el año 2014 inyectó sus vacunas a 23.000 niñas en la India, de las cuales 1.200 tuvieron serios problemas de fertilidad e inmunodeficiencia y siete de ellas murieron; y que en el año 2010 vacunó a 5.049 niños en África, matando a 151 y creando problemas de salud muy serios (parálisis, convulsiones) a 1048 de ellos. Esto son algunos ejemplos del reguero de muerte que, al parecer, Bill Gates va dejando por países del tercer mundo con sus experimentos de vacunación. Lo cierto es que la OMS, la Fundación Gates y dos organizaciones financiadas por ellos, PATH (Programa para una Tecnología Apropiada en Salud) y la Alianza GAVI (Alianza Global para Vacunas e Inmunización) fueron denunciadas por Kalpana Mehta, Nalini Bhanot y Dr. Rukmini Rao en 2012 y su recurso ha sido aceptado por el Tribunal Supremo de la India. Por otra parte, hace unos días el gobierno de Nigeria ha acusado a Bill Gates de intentar sobornar a sus funcionarios con 10 millones de dólares para que se apruebe un programa de vacunación obligatorio. 

Señor presidente del gobierno, pensar que todo lo que acabo de decir es falso y que las personas que se hacen eco de estas informaciones tan solo buscan desprestigiar a Bill Gates es legítimo e incluso saludable pero, habida cuenta de que es el principal financiador de la OMS, convendría tomar precauciones y realizar una investigación que lo confirmara. ¿No le parece sensato que antes de sugerir pública y reiteradamente que la única estrategia para terminar con esta crisis sanitaria es la vacuna, habría que indagar a fondo las actividades de estas organizaciones, contrastar los resultados que han obtenido en sus campañas de vacunación e investigar alternativas para poder tomar una decisión fundamentada en criterios científicos de carácter multidisciplinar? 

Existe una corriente de opinión (que crece día tras día) y que dice que las vacunas que se han venido comercializando desde los años 70 del siglo XX son, en realidad, armas biológicas y que su único objetivos es debilitar la salud de las personas que se las inyectan para facilitar así la despoblación humana del planeta. La doctora Judy Mikovits es un buen exponente de esta corriente de opinión pues es experta en virología y trabajó durante muchos años con el doctor Anthony Fauci (el epidemiólogo más famoso de Estados Unidos) que, en estos momentos, se encuentra bajo el punto de mira de la justicia norteamericana. 

Judy Mikovits, es una de las científicas más exitosas de su generación. En 1991 revolucionó el tratamiento del SIDA/VIH y en el apogeo de su carrera publicó un artículo muy importante en la revista Science, que revolucionó a la comunidad científica. La doctora afirmaba que en la elaboración de vacunas es frecuente utilizar tejidos fetales de humanos y animales (así como otros compuestos entre los que se incluyen virus de lo más variado) y que tal práctica está ocasionando una plaga devastadora de enfermedades crónicas. Después de su descubrimiento, fue perseguida y silenciada pero, a raíz de la crisis mundial que estamos viviendo, ha vuelto a la palestra para declarar que el doctor Tony Fauci, es directamente responsable de la muerte de millones de personas con sus programas de vacunación desde 1984. También ha dicho (y en esto es respaldada nada menos que por el profesor Luc Montagnier, premio nobel de medicina por descubrir el virus del SIDA/VIH) que el Covid 19 ha sido manipulado genéticamente, es decir, que es un arma biológica. Si esta persona no fuese importante y no despertase el interés de la opinión pública mis palabras no tendrían mucha relevancia.

Sin embargo, su libro “Plague of Corruption” es, en estos momentos, un éxito de ventas. A lo mejor es una coincidencia pero el señor Tony Faucy que, en palabras de Robert Francis Kennedy, ganaría millones de dólares con las vacunas que promueve Bill Gates, tiene ya dos causas abiertas en Estados Unidos, la primera por haber subvencionado las investigaciones chinas para crear el Covid 19 y, la segunda, por su relación con la OMS y con China. Quizás por esta razón y por la fuerte presión que está recibiendo la OMS por parte de la opinión pública y de la propia administración Trump, el doctor Fauci está comenzando a decir que “no hay ninguna garantia de que las vacunas sean efectivas contra el Covid 19”. Por otra parte, la doctora Debora Birx (la segunda de a bordo de Anthony Fauci) ha comenzado también a afirmar que el Centro de Detección de Enfermedades les ha estado enviando informacion falsa y, por lo tanto, que la pandemia (si es que existe tal cosa) se ha sobredimensionado (por lo menos en un 25%) y que el Covid 19 no es tan peligroso como se está diciendo en los medios de comunicación de masas. ¿Puede ser, señor presidente, que el Nuevo Orden Mundial esté cambiando de manos y que la versión distópica que nos imagina a todos como esclavos de las máquinas, se esté desmoronado a pasos agigantados? 

Seguramente usted ya sabe que la ONU también está poniendo en cuestión la efectividad de las vacunas y que periódicos como el Mundo (en España) alertan sobre el peligro de las “Vacunas Express”, citando el ejemplo de un hombre que después de vacunarse contra la gripe A sufrió una narcolepsia que le ha destruido literalmente la vida. Señor Presidente, el normal desarrollo de una vacuna tarda entre dos y cuatro años. Sin embargo, están ustedes anunciando que para noviembre del 2020 ya vamos a tener una y además que va a ser la solución (la “victoria” la llama usted) definitiva a esta pandemia. En otras palabras, la que a juicio de su gobierno es una pandemia gravísima, pretende solucionarse con una vacuna exprés, fabricada a toda prisa, es decir, en apenas en seis meses. 

No es extraño entonces que muchas personas se alarmen con algunas noticias que leen en los medios de comunicación y que se pregunten cosas como la siguiente: ¿el gobierno, asesorado por su comité de bioética, osará quitar temporalmente la patria potestad a los padres, para obligar a vacunar a sus hijos, con una vacuna hecha a toda prisa y que además, no solo no ofrece ninguna garantía, sino que puede enfermar a estos gravemente o incluso ocasionarles la muerte? Como usted sabe, las imprudencia se pueden llegar a pagar muy caras. ¿Cree usted que, con toda esta información que está circulando por las redes sociales como si fuera un tsunami, el dolor de unos padres, que se sientan traicionados al ver a sus hijos enfermar o morir, se va a poder mitigar con un simple prospecto en el que ya se advertía que la vacuna tenía efectos secundarios? 

Señor presidente, Judy Mikovits no se declara contraria a las vacunas pues las considera una inmunoterapia efectiva pero si está en contra de las políticas eugenésicas que pretenden eliminar selectivamente a la población mundial que, a juicio de sus partidarios, “sobra”. En todo caso, me gustaría hacerle una pregunta: ¿tiene alguna lógica que Bill Gates se declare partidario de la eugenesia y, al mismo tiempo, se presente como el “salvador” de la humanidad? Es obvio que no, pues es una contradicción en términos, es decir, una paradoja. La razón no puede comprender las contradicciones lógicas de modo que, si estas se establecen en el imaginario colectivo a través de la propaganda, lo que obtenemos es una patología social. Si la sociedad se enferma psicológicamente es muy fácil que, sin saberlo, se entregue a sus captores. Entonces puede ser dirigida hacia lugares oscuros con su consentimiento, por ejemplo, su propio exterminio. Es una estrategia parecida a la que sigue el gobierno Chino, que dicta normas ambiguas de comportamiento social y que vigila celosamente su cumplimiento mediante millones de cámaras para que todo el mundo esté asustado y alerta, pues nadie conoce las reglas del juego. Sea como fuere: ¿cree usted, señor presidente, que alguien en su sano juicio anunciaría públicamente y sin reparo que el plan de vacunación mundial que pretende implantar para salvarnos a todos, matará sin remedio a más de 1.500 millones de personas? 

Por otro lado, ¿qué sentido tiene que este señor haya patentado una tecnología que se introduce en nuestro cuerpo con el pretexto de controlar si estamos o no vacunados? ¿Acaso somos ganado, perros de compañía o mercancías? Señor Presidente del Gobierno, ¿usted permitiría que alguien le introdujera un “chip de seguimiento” conectado a un servidor externo, en lo más sagrado (y por ello inviolable) que tiene el ser humano, que es su cuerpo?, ¿son ustedes conscientes del juego tan peligroso al que están jugando? Pero el plan no se reduce solo a eso. A la pretensión de profanar nuestro organismo le tenemos que añadir una segunda patente, en la que el señor Gates se reserva el derecho de usar nuestro cuerpo para emitir criptomonedas. ¿Realmente el “chip de seguimiento” al que muchos ya se refieren como la “marca de la bestia” que menciona la Biblia pues está relaciona con Satanás, busca solo protegernos de la falsa idea de que alguien que no se ha vacunado es peligroso para los que sí lo han hecho o pretende algo más? ¿Esta crisis es solo la punta de un iceberg que esconde más sorpresas? ¿Se está utilizando esta pandemia como pretexto para introducir en nuestro cuerpo un mecanismo de control que nos conduzca a la alienación más absoluta (sino a la muerte) y, finalmente, a la pérdida del alma?, ¿Está relacionado el Covid 19 con la tecnología 5G, que según el ex vicepresidente de Microsoft en Canadá Fran Clegg es un arma de guerra que puede causar estragos en la salud de las personas y cuyo despliegue en España no ha seguido la normativa de impacto ambiental?, ¿Es esto lo que pretende el Nuevo Orden mundial del que ustedes hablan desde las tribunas públicas y el Parlamento de la Nación?, ¿o quizás estamos todos equivocados y es otra cosa? Sinceramente, nos gustaría mucho que nos lo aclarasen. 

Verá señor presidente, los ciudadanos no comprenden que ante una crisis sanitaria como la que estamos viviendo el gobierno no realice autopsias. El doctor José Cabrera Forneiro, médico forense y diplomado en salud pública se pregunta lo siguiente: ¿por qué motivo, después de todos estos muertos, no se ha realizado ninguna autopsia clínica que pueda ayudarnos a saber las razones de carácter fisiopatológico, por las que el virus mata y cómo lo hace? De acuerdo con sus declaraciones, los hallazgos derivados de las autopsias servirían para establecer estrategias terapéuticas que ayudarían a las personas que aún están luchando contra la enfermedad. Por un lado, ustedes dice públicamente que están seguro de que habrá nuevos brotes del virus (y por ello, que tenemos que tomar precauciones) pero, por otro, se destruyen las pruebas que permitirían aclarar la dimensión real de esta crisis y encontrar las soluciones para afrontar futuros brotes con garantías de éxito. Es muy contradictorio ¿no le parece? 

Las personas tampoco comprenden que a los médicos se les esté presionando para que asignen al Covid 19 todas las patologías y muertes que se producen, de enfermos a su cuidado. Esto está sucediendo en todo el mundo y existen muchos testimonios (algunos realmente desgarradores) de médicos y enfermeras que lo confirman. ¿Sabía usted que la FDA (la Agencia de medicación y alimentos americana) ordenó computar los muertos por neumonía y gripe en la categoría de “muertos por el Covid 19”?, ¿qué han salido a la luz documentos de su gobierno que indican que establecían que cualquier patología debía asignarse al coronavirus o que las estadísticas recabadas en Nueva York revelan que el 60% de los muertos por cáncer, accidentes, infartos, alzheimer, gripe e incluso homicidios han sido atribuidos al Covid-19? 

Todo parece indicar que se está intentando sobredimensionar la magnitud real de esta enfermedad y que se están llevando las cosas hasta límites insospechados. Tanto es así, que en Nueva York, una doctora se ha suicidado después de que la obligaran a hiperventilar a sus pacientes, causándoles la muerte. Si el fin es el de hacer que esta crisis sea más grande ¿cualquier medio es legítimo? Seguramente ya sabrá usted que Giuseppe Remuzzi, uno de los mejores virólogos del mundo (director del Instituto Mario Negri de Milán), acaba de afirmar que el Covid 19 está prácticamente desaparecido y que los enfermos que ingresan en los hospitales ya no van a la unidad de cuidados intensivos pues los síntomas son leves. Por otra parte, un grupo de científicos surcoreanos ha demostrado que el Covid 19 no puede volver a re infectarse al mismo ser humano. No se trata de restar importancia a este virus, sino de situarlo en su justa dimensión. En cualquier caso, si el Nuevo Orden Mundial resultase ser una distopía ¿qué van a hacer las élites globales cuando se les acaben los muertos?, ¿propagar otro virus de forma intencionada? 

Le recuerdo señor presidente que el ex asesor de Donal Trump, Steve Bannon, ha anunciado ya la creación de un Tribunal Internacional para juzgar al Partido Comunista Chino y a todos aquellos que estén implicados por haber creado el Covid 19, por crímenes contra la humanidad. Me imagino que si algo así se anuncia públicamente será porque hay pruebas. En todo caso, la periodista china Liwei Fu no duda en afirmar que el virus lo ha creado el Gobierno Chino, que por cierto, en estos meses de crisis, ha dado de baja a 21 millones de teléfonos móviles ¿qué les ha sucedido a sus usuarios? Liwei Fu nos dice que en Occidente somos muy ingenuos en relación a lo que realmente es este régimen. ¿Sabía usted que en China hay campos de concentración en los que miles de personas cuyo estilo de vida no responde a los dictados del gobierno, son confinadas durante años y sometidas a programas de reeducación? 

En cualquier caso, las personas se están preguntando si la razón de esta sin razón, no es otra que la de meter miedo a la población, para hacernos creer que vivimos bajo la amenaza de un virus permanente y justificar así la prolongación de un estado de alarma indefinido que sirva como pretexto para incrementar los mecanismos de control social (cámaras, robots o drones de vigilancia, distancia obligatoria de separación, pulseras, geolocalización, mascarillas, guantes…) y establecer una dictadura encubierta que recordémoslo tiene un objetivo fijo: despoblar a la población mundial. 

En países como Italia algunos diputados están diciendo ya públicamente que el coronavirus es una gran estafa llena de mentiras. En España el periodista Rafael Palacios lleva meses advirtiéndonos de que esta pandemia es una tapadera al servicio de los poderes globalistas y la fiscal de la Sala del Tribunal Supremo Consuelo Madrigal, ha denunciado abiertamente que el confinamiento es un ejercicio antidemocrático de poder y ya hay varios tribunales de justicia (Aragón en España, Sarre en Alemania…) que lo han declarado ilegal. Además, la Unión Federal de la Policía en España, en palabras de su portavoz Serafín Giraldo, está pidiendo ayuda a los tribunales de justicia para que pongan freno a un estado de alarma que se está convirtiendo en otro de excepción y que es, a todas luces, ilegal. 

Son cientos los médicos y científicos que no paran de decir en las redes que esto no es una pandemia, sino una epidemia más y que, como tal, hay que tratarla como se viene haciendo con otras de similares características. El doctor estadounidense Jeff Barke, en representación de miles de médicos que han sido silenciados en Estados Unidos, el científico Michael Levitt, premio nobel de química o el doctor Wittkowski (uno de los epidemiólogos más importantes del mundo, Jefe del Departamento de Bioestadística y Epidemiología de la Universidad Rockefeller, por más de 20 años) y muchos otros, afirman que si bien el virus el peligroso, la única solución a esta epidemia (como a cualquier otra) consiste en crear la “inmunidad de rebaño”, es decir, en proteger a la población de riesgo y terminar con un confinamiento que está causando más problemas de salud (suicidios, maltrato infantil, drogas, alcoholismo) que beneficios. Algo que también ha reconocido en un informe interno el gobierno alemán. Curiosamente la portavoz de la OMS, Margaret Harris ha manifestado estos días a un periódico australiano (el Sídney Morning Gerald) que la organización para la que trabaja nunca recomendó el confinamiento y su director, Tedros Adhanom, admite que no sabían que el confinamiento podía afectar a la economía, pide perdón públicamente y aconseja salir a la calle a gastar y a consumir. 

Las estadísticas oficiales reflejan que esto no es una pandemia. En España el 87% de los fallecidos tenían más de 70 años y el 95%, al menos, una patología previa. Por otra parte, la tasa de mortalidad es de 580 personas por cada millón de habitantes (un 0,05%) y la tasa de supervivencia a la enfermedad supera el 99,9 %. En opinión de miles de científicos y médicos y de acuerdo con las estadísticas, esta enfermedad no es más peligrosa que una gripe severa y pretender combatirla con guantes, mascarillas y desinfectante, no solo es inútil sino que genera el efecto contrario al deseado. Por otro lado, la doctora Natalia Prego y varios médicos y científicos de todo el mundo desaconsejan la fumigación (mucho menos la área) pues no sirve para matar el virus y, además de afectar negativamente al medio ambiente, irrita las mucosas y nos hace más sensibles a la hora de contraer infecciones respiratorias.

Ya para terminar, quiero mencionarle otra de las cuestiones que circulan a gran velocidad por las redes sociales: ¿Por qué no se están utilizando alternativas terapéuticas como el dióxido de cloro, la homeopatía, la ozonoterapia, la artemisa, la hidroxiclorina…? Si dispusiéramos de una vacuna efectiva (cosa que, si llega a suceder, no será hasta dentro de dos años como mínimo) podríamos entender que centraran su estrategia en la vacunación pero, habida cuenta del largo camino que nos queda por recorrer, ¿por qué no se intentan otras soluciones que, dicho sea de paso, están dando resultados muy positivos? En el caso del dióxido de cloro, por ejemplo, es evidente que es una solución válida para tratar el Covid 19. Andreas Kalcker acaba de desvelar que ya se están haciendo ensayos clínicos en muchos hospitales civiles y militares de varios países en todo el mundo, con resultados muy favorables. Además, son cientos los testimonios de personas (policías, bomberos, médicos, enfermeros…) que lo están usando como preventivo y también para sanar a la gente enferma. Por otra parte, los presidentes de ocho países africanos ya se han puesto de acuerdo para apoyar la distribución de la planta artemisa (dado que es un remedio muy eficaz para combatir el coronavirus y otras enfermedades) y según informa el diario el economista.es la propia OMS está considerando la posibilidad de utilizarla, así como otros remedios naturales.

¿Puede ser, señor presidente, que el Nuevo Orden Mundial esté cambiando de manos y que las políticas eugenésicas que parecen presidirlo estén siendo sustituidas por otras más cercanas a nuestra verdadera naturaleza humana? 

Sea como fuere, la clase política española debe definirse y aclararnos a todos los españoles en que consiste realmente el Nuevo Orden Mundial que promueve. Ustedes nos tienen que dar todas las garantías de que este movimiento no es perjudicial para las personas y eso significa iniciar investigaciones independientes que aclaren las aguas que ahora mismo tan turbias se presentan. Huelga decir que si este Nuevo Orden Mundial fuese una utopía alienante con el objetivo de controlar y asesinar a miles de millones de personas y ustedes estuvieran participando de forma consciente en ella, estarían siendo cómplice de la dictadura y del genocidio más monstruoso que jamás se haya perpetrado sobre la Tierra. Y eso, señorías, me imagino que tendría alguna consecuencia. 

Señor presidente, miembros del gobierno y del arco parlamentario, espero que estas palabras de corazón les ayuden a reflexionar y les permitan tomar decisiones que nos conduzcan a todos por el camino del respeto a la mayor diversidad posible de formas de vida y de conciencia, y a la convivencia armónica, pacífica y alegre, entre todas ellas. 

Con todos mis respetos, le saluda atentamente

Javier Revuelta Blanco

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El digital de canarias

Las 10 crisis humanitarias en el mundo eclipsadas por el coronavirus

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Las 10 crisis humanitarias en el mundo eclipsadas por el coronavirus

Tras cinco años de conflicto la guerra en Yemen se ha transformado en la catástrofe humanitaria más grave del siglo XXI.

Antes del estallido de la pandemia de coronavirus, que se espera arrastrará a millones de personas a la pobreza y el hambre, había en el mundo casi 170 millones de personas viviendo en situaciones de grave crisis humanitaria. Los estragos del Covid-19, que golpea tanto a los principales países imperialistas del mundo como a la periferia semicolonial, la ha eclipsado.
Estas son, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU, las diez crisis humanitarias silenciadas por la pandemia del coronavirus:

Crisis persistente en Afganistán

La cifra de personas necesitadas de ayuda y protección ha pasado de 6,3 millones en 2019 a 9,4 millones este año debido a la persistencia del conflicto. Desde 2012, unos 4 millones de afganos se han visto desplazados y los niveles de desnutrición aguda —que sitúan a los niños a un paso de la muerte— están por encima del umbral de emergencia en 25 de las provincias.

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Afganistán sigue siendo uno de los países más peligrosos para los trabajadores humanitarios, con 41 muertos, 65 heridos y 75 secuestrados en 2019. Las organizaciones humanitarias han solicitado 733 millones de dólares este año para atender a 7 millones de personas, pero por ahora solo se ha recibido el 5 por ciento.

Hambre, miseria y desnutrición en Haití

Ya antes de la pandemia en el país había 4,6 millones de personas —más del 40 por ciento de la población— necesitadas de ayuda urgente. La crisis política y económica que atraviesa el país en el último año ha reducido el acceso a comida para los hogares más pobres. Hace pocos meses la ONU puso fin a su llamada “Misión de Paz” tras quince años de haber mantenido tropas de ocupación que han sido denunciadas por cientos de casos de abusos sexuales -ocurridos entre el 2004 y 2017- a niñas y mujeres haitianas.

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Los soldados entregaban comida o dinero a las mujeres o las menores para tener relaciones sexuales, las que después quedaban prácticamente «en la miseria». En la actualidad, 4,6 millones de haitianas y haitianos se enfrentan a inseguridad alimentaria, frente a 2,6 de hace un año, mientras que 1,2 millones de ellos se encuentran en una situación de emergencia. Además, el 2,1 por ciento de los niños presentan desnutrición aguda severa y la crisis ha debilitado los ya de por sí maltrechos sistemas de salud y educación.

Plaga de langostas en el este de África

La plaga de langostas que llegó hace unos meses al Gran Cuerno de África no ha desaparecido y hay nuevos enjambres formándose en Etiopía, Kenia y Somalia justo cuando se aproxima la época de cosecha. En los países afectados, entre los que también figuran Tanzania, Uganda, Sudán y Sudán del Sur, hay más de 25 millones de personas en situación de grave inseguridad alimentaria.

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Para frenar la propagación, los gobiernos con apoyo de la FAO, están realizando fumigaciones aéreas y terrestres, pero el impacto del coronavirus ya está afectando en la respuesta, con problemas de desplazamiento del personal y posibles demoras en el suministro de pesticidas.

Inseguridad y crisis alimentaria en el Sahel Central

La inseguridad que han venido registrando en los últimos años Burkina Faso, Malí y el oeste de Níger ha dejado miles de muertos y más de un millón de desplazados. Esta región ya era antes especialmente vulnerable con elevados índices de pobreza, inseguridad alimentaria y desnutrición.

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La petición de fondos para cubrir las necesidades humanitarias en la región, de 1.100 millones de dólares, solo ha sido financiada en un 10% y se teme que ahora el coronavirus pueda provocar una nueva catástrofe, habida cuenta de que estos países cuentan con sistemas de salud entre los más frágiles del mundo.

Conflicto y desplazamiento en la cuenca del lago Chad

El conflicto que desencadenó hace una década en el noreste de Nigeria y luego extendió al resto de países bañados por el lago Chad -Camerún, Chad y Níger- el grupo terrorista Boko Haram -y luego también su escisión, Estado Islámico en África Occidental (ISWA)- no solo no ha remitido, sino que en los últimos meses se ha recrudecido.

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En la región hay más de 4 millones de personas que sufren inseguridad alimentaria y 400.000 niños en riesgo de morir de desnutrición aguda severa. En total, hay más de 17 millones de personas afectadas por la violencia y 10,7 millones necesitadas de asistencia humanitaria.

La crisis Rohingya en Bangladesh y Birmania

Más de 855.000 refugiados rohingyas -incluidos unos 745.000 que huyeron de la represión en Birmania en 2018- viven en campamentos abarrotados en la región de Cox’s Bazar, en Bangladesh, donde el Gobierno y las ONG se esfuerzan por ofrecerles los servicios esenciales y a los que en las próximas semanas llegará el monzón. La petición de fondos para este año solo está cubierta en un 13%.

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Del otro lado de la frontera, en Birmania, la situación de las comunidades rohingyas es igualmente dramática. Unos 130.000 permanecen confinados en campamentos desde hace casi ocho años y quienes viven fuera de ellos son vulnerables y se enfrentan al riesgo de la creciente violencia.

Diez años de conflicto en Siria

Más de 11 millones de personas necesitan asistencia humanitaria y otros 5,6 millones han buscado refugio fuera del país. El recrudecimiento de la violencia en Idlib (noroeste) dejó 950.000 desplazados entre diciembre y principios de marzo, muchos de los cuales viven en campamentos hacinados sin suministros esenciales.

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Como resultado de los 10 años de conflicto, ocho de cada diez sirios viven actualmente por debajo del umbral de la pobreza y recurren a mecanismos dañinos de supervivencia ante las escasas oportunidades económicas. Además, solo la mitad de los hospitales públicos y menos de la mitad de los centros de atención primaria están operativos.

Yemen, la mayor crisis humanitaria mundial

Yemen ha tenido hace pocos días su primer caso de Covid-19 y el virus amenaza con extenderse rápidamente por todo el país, devastado por una guerra de la que son responsables las potencias regionales Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), respaldados por el imperialismo norteamericano y británico. Cinco años de conflicto han dejado al 80% de la población -24 millones de personas-, necesitadas de asistencia o protección y solo la mitad de las instalaciones de salud están plenamente operativas.

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Más de 5 millones de yemeníes están en riesgo de contraer cólera u otras enfermedades coincidiendo con la amenaza del Covid-19. La guerra destruyó el sistema de salud cuando Yemén ya era el más pobre del mundo árabe antes del conflicto: se estima que solo el 51% de la capacidad de salud de Yemen está funcionando, el país tiene en promedio 10 profesionales de la salud por cada 10,000 habitantes y solo 500 respiradores artificiales para sus 28 millones de habitantes. Como si eso fuera poco, durante la guerra, los trabajadores de la salud y las instalaciones hospitalarias se convirtieron en el blanco favorito de los ataques de los distintos campos en conflicto.

Décadas de crisis en República Democrática del Congo

El conflicto y la violencia intercomunitaria, sumado a la pobreza endémica, la corrupción gubernamental, la falta de servicios esenciales y escasas infraestructuras de salud, hacen que en el país haya 15,6 millones de personas necesitadas de asistencia humanitaria para sobrevivir.

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RDC también tiene una elevada prevalencia de desnutrición e inseguridad alimentaria, a las que se suman el sarampión y el cólera y un brote de ébola que lleva activo casi dos años. De los 1.800 millones de dólares solicitados para atender a 8 millones de personas, solo se ha recibido el 8%.

Crisis económica y alimentaria en el sur de África

En esta parte del continente hay 15,6 millones de personas en inseguridad alimentaria y 16,5 millones de personas con VIH y sida. En particular, preocupa la situación en Zimbabue, Mozambique, Zambia y Lesoto, donde confluyen los efectos del cambio climático con las escasas infraestructuras y una recesión económica.

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Solo en Zimbabue, hay 7 millones de personas que necesitan ayuda de emergencia, mientras que en Mozambique, el sur se enfrenta a la sequía mientras que el norte aún se recupera de los estragos de los dos ciclones que golpearon el país en 2019 y a la incipiente violencia yihadista. En ambos países, las peticiones de fondos apenas se están cubriendo.

¡Mientras tanto, esto!

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Sw. Veet Agustin

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La izquierda diario

Identificación digital ID-2020, el terrorífico plan de Bill Gates para controlar a la humanidad

Identificación digital ID-2020, el terrorífico plan de Bill Gates para controlar a la humanidad

Hay que despertar, hay que aprender a pensar y a practicar la gimnasia mental del discernimiento. La crisis actual, con todos sus vectores puede ayudarnos mucho si sabemos hacer un análisis profundo. En estos momentos, la sociedad global espera la salvación por parte de sus sanitarios, sus políticos y sus científicos que, de la mano, vendrán con la ansiada vacuna que se viene anunciando, es decir, la pura dialéctica hegeliana de “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, la sociedad pide medidas, y quien creó el problema llega con la solución y todos a aplaudir. Esto ocurre muy a menudo en nuestra sociedad. Por eso digo que hay que madurar mentalmente para superar esta condición psicológica humana que aflora en situaciones de crisis, que tan bien conocen los expertos en manipulación de masas. Decir que todo estaba previsto parece un desafío, pero así es y así lo venimos advirtiendo desde hace tiempo.

Hace tres años, Bill Gates habló de la amenaza de una pandemia, no porque sea un visionario, sino porque es el “dueño” del problema y de la solución. A este respecto, en un artículo publicado el 26 de febrero de 2017, titulado El mecenas del mal, Bill Gates, anuncia la muerte, escribí estas palabras, que cada día se parecen más a la realidad que vivimos:

“… el anuncio del magnate fue un adelanto para que nuestros sistemas de salud vayan rellenando los formularios de pedido de millones de dosis de vacunas y antivirales. Ha dicho que ya están preparadas. Llegado el momento, la Organización Mundial de la Salud –financiada en su mayor parte por laboratorios farmacéuticos y particulares, como el propio Gates—sacará las banderas rojas de pandemia y ¡ya está el show completo! Lo peor de todo es que las personas con un sistema inmunitario más endeble, morirán, sí o sí. ¡Justo lo que pretenden!”.

Y continuaba en otro párrafo:

… cuando menciona los virus de laboratorio, debería explicar quiénes son los dueños de los virus de nuevo cuño y de aquellos que aún no han “soltado”; que nos hable de la marca Rockefeller y su relación con el zica; y de los contactos de su Fundación Bill & Melinda Gates con los laboratorios biológicos del hospital Kenema (Sierra Leona), donde ¡oh, casualidad!, empezó el brote del ébola; o de las actividades de Soros en la financiación de armas biológicas; que nos diga si este le hizo alguna confidencia sobre el avión NH17 derribado en Ucrania, en el que ¡más casualidades!, viajaba el consultor de la OMS en Ginebra, experto en sida y en el virus del ébola […] y ya puestos, no quiero quedarme con las ganas de decir que toda esta gente: Bill Gates, Rockefeller, Soros, Kissinger, Rothschild, McNamara y demás tropa del mismo jaez, son los seres más despreciables del planeta, los grandes enemigos de la humanidad.

El 28 de enero de 2020, cuando aún no había irrumpido el coronavirus en España, bajo el título ¿Qué hay detrás del coronavirus?, decía:

… Ahora le toca el turno al coronavirus de Wuhan. […] Lo realmente preocupante es que la patente de este virus pertenece nada menos que a Bill Gates. […] Bill Gates predijo una gran pandemia no porque sea adivino, sino porque fabrica vacunas, transgénicos y agroquímicos. Además, su fundación aporta miles de millones a la Organización Mundial de la Salud, con lo cual tiene capacidad de decisión sobre qué medicamentos se aprueban y cuáles se rechazan o retrasan. Increíble, pero cierto. Y para más coincidencia, lo cual no nos extraña, George Soros es accionista de un laboratorio de investigación bacteriológica ubicado en el sector de la ciudad china de Wuhan, donde han aparecido los primeros contagiados. ¿No es extraña tanta coincidencia? ¿Se dan cuenta de la gravedad? Pero hay más. Tres meses atrás, el científico Eric Toner del Centro John Hopkins para la Seguridad de la Salud, realizó una simulación de una pandemia global con un coronavirus denominado Caps. En este proyecto colaboró el Foro Económico Mundial y la Fundación Bill & Melinda Gates –otra vez el inefable—. Se trataba de ver las consecuencias de una pandemia originada en una granja de cerdos en Brasil. En la simulación, el coronavirus era resistente a cualquiera de las vacunas existentes en la actualidad. El simulacro del brote empieza en una escala muy pequeña, pero a los seis meses se había propagado por todo el mundo. A los 18 meses el total de fallecidos había alcanzado la cifra de 65 millones de personas. Se destaca en este proyecto ficción el hecho de no disponer de una vacuna para detener las muertes. No dudamos que, si al sistema le interesa, Bill Gates o uno de sus socios megalómanos conseguirán sacar una vacuna al mercado, que se dispensará sí o sí con carácter obligatorio. Lo que contendrá la vacuna en sí lo ignoramos, pero podemos columbrar que nada bueno. Quizá algo que nos libre de la muerte momentánea, pero que nos esclavice de por vida. No creo que sea en esta oportunidad, pero según datos que tememos, los “señores” del NOM aprovecharían un estado de alerta mundial para implantar el chip de manera obligatoria. Se trata de una jugada maestra, porque ninguno de nuestros políticos podría defendernos al tratarse de medidas globales. Hasta aquí las autocitas.

Pues, bien, las cosas continúan su curso y parece que lo que vaticinamos hace años está al caer. Se acerca la hora de la esperada vacuna obligatoria y el terrorífico chip, de la mano de nuestro inefable Bill Gates. Lo que anuncia este profeta de calamidades respondiendo a preguntas sobre el coronavirus, en una sesión de Reddi, que publican algunos medios que ya han sido censurados, de los que también se hace eco “El Independiente”, es para poner los pelos de punta, salvo a los realmente malvados o a los tontos útiles que abundan más de lo que parece.

El magnate anunció que piensa poner a disposición de los gobiernos del mundo “cápsulas implantables, también llamadas microchips, para humanos que tienen certificados digitales”, con el fin de identificar a los afectados por el Covid-19. Estos microchips mostrarían –en este caso particular— quién se ha sometido al test del coronavirus y quién se ha vacunado contra él. Los certificados digitales de Gates no se refieren a nada de lo que conocemos, sino a una especie de “tatuajes de puntos cuánticos” que detectarán a los no vacunados. Hace tiempo que investigadores del MIT y de la Universidad Rice trabajan en ello, como un sistema óptimo de control. “El cuántica tatuajes DOT implica la aplicación de azúcar soluble basado en microaguja que contiene una vacuna y puntos cuánticos al cobre fluorescente incorporado en cápsulas biocompatibles en la escala de micras”.

Esto será implementado a través de la compañía ID2020 cuyo propietario es, ¡bingo!, Bill Gates. Según el falso filántropo, tan acostumbrado a vender sus patrañas, “esto resolvería el problema de más de mil millones de personas que viven sin una identidad oficialmente reconocida”. ¡La misma explicación que da a la implantación de los transgénicos! ¡Siempre haciendo el bien! Hay que tener caradura y hay que estar muy convencido de que habla para el pobre rebaño humano.

El chip del que venimos hablando hace tiempo es un proyecto paralelo que también financia la Fundación Bill & Melinda Gates, que asimismo dirige el citado MIT. Se trata de un artilugio del tamaño de una cápsula medicinal que se implanta en la base del dedo pulgar –en los países nórdicos lo están haciendo de manera voluntaria—, que contendría toda nuestra información, incluso la más privada.

Para el proyecto de identificación digital, la ID 2020 está unida a las empresas IDEO, Accenture, Gavi y la Fundación Rockefeller. Las hermanitas de la caridad no andan por aquí, precisamente. En cambio, ¡¡¡cómo no!!! sí está la ONU, que ha arropado el proyecto bajo el “cabetodo” denominado “Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas”.

No es difícil concluir que estamos en las peores manos, viviendo además  etapas tormentosas, y hay que prepararse para ello. La gente buena es la esperanza. Tengo siempre presentes las palabras de Edmund Burke, “para que el mal prolifere, basta con que los buenos no hagan nada”. Hay que ser buenos y hay que hacer cosas. Es necesario fomentar la bondad per se. La información de calidad es de suma importancia en estos tiempos en los que no podemos fiarnos de nadie. Es hora de estar alerta, de colaborar, cada uno en su medida y en lo que pueda para crear una realidad distinta. No podemos caer en el desánimo de los cobardes. Somos la esperanza y somos muchos. Recordando la bellísima parábola del grano de mostaza, yo creo que podemos hacer de nosotros un gran árbol al que todos los pájaros acudan a anidar en sus ramas.

El trabajo de abrir ojos, mente y corazón.

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Sw. Veet Agustin

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Periodista digital

Entrevista Andreas Kalcker y Chinda Brandolino la realidad.

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Entrevista Andreas Kalcker y Chinda Brandolino la realidad.

Todos deberían escuchar esta entrevista, a los que aún no abren los ojos se los abrirá y a los que ya están despiertos les enseñará cosas nuevas. Dura un poco más de 1 hora, pero cada minuto vale la pena escucharlo.

Personas honestas y valientes. ¡A mí me lo parecen!
A pesar de la censura…

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Sw. Veet Agustin

Mientras el coronavirus se lleva la atención del mundo, están deforestando el Amazonas como nunca antes

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Mientras el coronavirus se lleva la atención del mundo, están deforestando el Amazonas como nunca antes

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La deforestación en la selva amazónica de Brasil alcanzó un récord en el primer trimestre del año, mientras la atención mundial está puesta en la crisis del coronavirus.

Según los datos publicados el 8 de mayo por el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) de Brasil, un total de 1.202 kilómetros cuadrados de bosque, un área de más de 20 veces el tamaño de Manhattan, fue arrasada entre enero y abril.

La agencia de investigación espacial, que utiliza imágenes satelitales para rastrear la destrucción, dijo que el área destruida en abril fue un 64% más grande que en el mismo período del año pasado. La agencia también descubrió que la destrucción del bosque por madereros ilegales y ganaderos aumentó en un 55% en los primeros cuatro meses de 2020, según BBC News, la cifra más alta en los primeros cuatro meses del año desde que comenzaron los registros mensuales en agosto de 2015.

La selva tropical, que cubre el noroeste de Brasil y se extiende hasta Colombia, Perú y otros países de América del Sur, es una reserva vital de carbono que ayuda a frenar el ritmo del calentamiento global, por lo que su destrucción es motivo de preocupación no solo entre los ambientalistas sino también de todos los habitantes del planeta.

La deforestación en la región se ha disparado desde que el presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro asumió el cargo el año pasado, y los ambientalistas dicen que sus políticas y retórica alientan la actividad ilegal. Él niega esto, aunque ha argumentado en el pasado que más agricultura y minería en áreas protegidas del bosque son la única forma de sacar a la región de la pobreza.

Sin embargo, el problema solo parece empeorar, ya que los grupos conservacionistas dicen que se han desplegado menos agentes del gobierno en el área desde que comenzó el brote de coronavirus.

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Paulo Barreto, investigador principal del grupo de conservación sin fines de lucro Imazon, dijo:

La pandemia llevó a que hubiera menos agentes controlando y los madereros ilegales obviamente no se preocupan por el virus en áreas remotas del Amazonas.

Lo que va del 2020 es motivo de una especial preocupación, dado que la temporada alta habitual de deforestación generalmente comienza hacia fines de mayo.

Erika Berenguer, ecologista de las universidades de Oxford y Lancaster, dijo que a principios de año “no es el momento en que normalmente ocurre la deforestación porque está lloviendo y está lloviendo mucho”.

Con suerte, pronto se implementarán cambios y la tendencia devastadora comenzará a girar en la otra dirección.

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Intriper

El riesgo de muerte por dengue es mayor al del coronavirus y no se le da la importancia necesaria

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El riesgo de muerte por dengue es mayor al del coronavirus y no se le da la importancia necesaria

Expertos y autoridades internacionales piden no dejar de lado y poner atención al brote de dengue en más de 19 países. Latinoamérica está en emergencia porque las muertes de esta

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La Paz, 9 de marzo (ANF).- Las alertas persisten en el mundo con la rápida expansión del coronavirus, sin embargo la psicosis y el pánico también se han agudizado, olvidando inclusive que América Latina sufre por la mayor epidemia de dengue, una enfermedad que genera mayores muertes, en la región.

“La letalidad por esta enfermedad (coronavirus) ha variado entre dos y tres. Actualmente está en 3.4 %. Eso quiere decir que de 100 personas (enfermas) fallecen tres. La mayoría de estas muertes se da en personas mayores de 60 años”, informó recientemente el representante en El Salvador de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carlos Garzón.

Sin embargo, los expertos y autoridades internacionales piden no dejar de lado y poner atención al brote de dengue en más de 19 países. Latinoamérica está en emergencia porque las muertes de esta enfermedad son superiores a las del coronavirus.
Según cifras de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los países con las tasas de incidencia más altas de casos por población en el continente son centroamericanos: Nicaragua (2.271 casos por cada ‪100.000‬ habitantes), Belice (1.021), Honduras (995,5), y El Salvador (375).

En Latinoamérica, este virus causó 1.530 muertes y ‪1.346.991‬ casos confirmados en los últimos trece meses, de acuerdo con datos de la OPS.

En el caso de Bolivia se han confirmado más de 7.700 casos en siete departamentos. Hay un total de 47.754 sospechosos de dengue. De acuerdo a las autoridades de Gobierno, el 75% están en Santa Cruz.

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Noticias fides

Industria farmacéutica: un negocio de más de un billón de dólares, que engorda gracias al coronavirus

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Industria farmacéutica: un negocio de más

La mitad del mercado mundial de producción y venta de medicamentos está controlada por sólo quince multinacionales

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La producción y comercialización de medicamentos es un suculento negocio, cuyas miras están puestas ahora en la obtención de un producto que cure la covid-19 o de una vacuna que prevenga la enfermedad.

Cuando se consiga, la industria farmacéutica mundial seguramente pulverizará sus previsiones de facturación, que para este año rondan los 920.000 millones de dólares.

Esta cifra, equivalente a 851.700 millones de euros al cambio actual, se refiere sólo a los medicamentos de prescripción, es decir, aquellos que se suministran en los hospitales o se pueden adquirir en las oficinas de farmacia con receta médica.

Si se añaden los de venta libre, la facturación total supera los 1,43 billones de dólares (1,32 billones de euros), casi el doble del presupuesto anual de EEUU en defensa.

Ese apetitoso pastel se lo reparten varios centenares de empresas, la mayor parte de ellas grandes multinacionales originarias de Estados Unidos, la Unión Europea y Suiza. Eso podría transmitir la impresión de que se trata de un sector muy fragmentado, pero no es exactamente así. Las diez primeras compañías copan en torno al 40% del mercado mundial, con una facturación de 437.257 millones de dólares (404.812 millones de euros) en 2017. La cuota llega al 51% si se le suman las cinco siguientes del ranking.

A la cabeza de ese oligopolio se encuentra el gigante estadounidense Pfizer, cuyos productos farmacéuticos le reportaron aquel año 52.540 millones de dólares (48.630 millones de euros). El segundo puesto lo ocupa la suiza Roche, con 44.368 millones de dólares (41.110 millones de euros), y el tercero en el podio es la francesa Sanofi, con 36.663 millones de dólares (33.971 millones de euros).

Muchas de las empresas del sector se han lanzado a un crecimiento no orgánico (por la vía de compras) con el propósito de mejorar su posición, sobre todo, en dos ámbitos de alto interés estratégico para ellas: la medicina predictiva, que requiere especialistas en la gestión de datos, y las terapias personalizadas, que avanzan a pasos agigantados gracias a la investigación genética.

Sólo el año pasado, las fusiones y adquisiciones en el sector rondaron los 357.000 millones de dólares (330.800 millones de euros). Las previsiones para 2020 son algo más modestas, debido a las incertidumbres derivadas de la guerra comercial entre Estados Unidos y China y, ahora, a las consecuencias económicas de la crisis del coronavirus.

La gama de productos que comercializan los laboratorios en todo el mundo es inmensa, pero hay algunos especialmente rentables, debido a su elevada demanda y a que responden a enfermedades con mayor incidencia en los países desarrollados, donde hay una capacidad de compra más alta. Es el caso de los medicamentos contra el cáncer o contra la diabetes, que en 2022 concentrarán una cuarta parte de las ventas totales de la industria farmacéutica.

Se estima que sólo Roche facturará ese año del orden de 28.000 millones de dólares (25.900 millones de euros) gracias a los anticancerígenos que comercializa. La danesa Novo Nordisk, número uno en el segmento de los antidiabéticos, se embolsará por ese concepto cerca de 18.000 millones de dólares (16.600 millones de euros).

Siempre, claro está, a salvo de los cambios que puedan derivarse del hallazgo de un remedio para la covid-19. Sin contar con esa eventualidad, la previsión es que los laboratorios reciban en 2022 unos 43.000 millones de dólares (39.800 millones de euros) por los antivirales y más de 35.000 millones de dólares (32.400 millones de euros) por las vacunas, productos que mayores ingresos les proporcionan después de los destinados a tratar el cáncer, la diabetes y el reuma.

En el ranking de los quince grupos terapéuticos con mejores perspectivas de negocio y de los que ya depende prácticamente la mitad de la facturación de la industria farmacéutica mundial, figuran también en lugares destacados los broncodilatadores, los antihipertensivos y los anticoagulantes.

En España, el sector está formado por 353 empresas, que facturan 13.500 millones de euros al año. Más de dos terceras partes de esa cifra (unos 10.000 millones) corresponden a la venta en oficinas de farmacia y el resto a medicamentos hospitalarios. El principal cliente de los laboratorios es el Estado, que sufraga a través de las comunidades autónomas, total o parcialmente, el coste de los productos que recetan los médicos de la sanidad pública.

Al ser ese coste cada vez mayor, los gobiernos regionales han ido imponiendo medidas para contenerlo, como la apelación al consumo responsable, el control de la prescripción, la imposición del uso de genéricos (medicamentos más baratos porque sus patentes han caducado), la implantación de un sistema de precios de referencia o la controvertida convocatoria de subastas para conceder el suministro farmacéutico al proveedor que mejores condiciones ofrezca.

Todo ello ha hecho posible un importante recorte del gasto medio en recetas, que en 2009 se situaba en 13,48 euros, tocó suelo en 2012 con 10,74 y el año pasado se situó en 11,16.

Aun así, las previsiones apuntan que el Estado tendrá que pagar este año más de 9.500 millones de euros en medicamentos, si bien este cálculo no incluye el impacto de la covid-19, al haberse realizado antes del estallido de la pandemia.

Los líderes del sector en España son el laboratorio navarro Cinfa, especialista en genéricos, por lo que respecta a la venta en oficinas de farmacia, y la estadounidense Gilead, en el ámbito hospitalario. El conjunto de la industria sostiene en nuestro país más de 200.000 empleos (41.000 directos y 160.000 indirectos).

De ellos, según la última memoria de su patronal, unos 5.000 corresponden al área de I+D, que en 2018 alumbró 20 medicamentos con nuevos principios activos, gracias a la colaboración con universidades, hospitales y centros de investigación tanto públicos como privados.

Actualmente, una docena de las compañías que operan en España están participando en 58 estudios, con 28.000 pacientes, para encontrar un remedio al coronavirus. Nuestro país es el cuarto del mundo con más ensayos clínicos en marcha, sólo detrás de China (154), Estados Unidos (109) e Irán (63).

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Publico

La OMS Corrupta hasta la medula

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La OMS Corrupta hasta la medula

Recopilatorio de varios videos informativos

El Negocio del Miedo

La OMS está financiada por farmacéuticas y multimillonarios como Bill Gates (Microsoft)

LA OMS siempre corrupta

How Bill Gates Monopolized Global Health

La organización mundial de la salud, es "corrupta". Mensaje de anonymous.

Y es la Organización que está marcando la pauta a seguir en esta «pandemia».

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Sw. Veet Agustin

Naomi Klein: Las élites utilizan la crisis del COVID-19 para avanzar en su excluyente hoja de ruta

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Naomi Klein: Las élites utilizan la crisis del COVID-19 para avanzar en su excluyente hoja de ruta

En situaciones de crisis como desastres o pandemias, la ciudadanía puede perder mucho: las élites aprovechan esos momentos para aprobar reformas impopulares que agravan las divisiones económicas y sociales. Pero también suponen una oportunidad de cambio. Es lo que la periodista Naomi Klein denomina la “doctrina del shock” o “capitalismo de la catástrofe”.

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La canadiense ofreció un encuentro virtual el pasado 26 de marzo desde su casa en New Jersey, en el que compartió su visión de la crisis del coronavirus y la situación de aislamiento que vive gran parte del planeta: “Esta es una crisis global que no respeta fronteras. Por desgracia, los líderes en todo el mundo están buscando la forma de explotarla. Así que nosotros también debemos intercambiar estrategias”, señaló.
“Creo en el distanciamiento social, necesitamos quedarnos en casa. Y una de las razones es que nuestros líderes no prestaron atención a las señales de advertencia e impusieron una brutal austeridad económica en el sistema público de salud, dejándolo en los huesos y sin la capacidad de lidiar con este tipo de situación que estaban viendo”, opina Klein.
Recuerda que el sur de Europa fue la “zona cero de las políticas de austeridad más sádicas” después de la crisis financiera de 2008. “¿Sorprende que sus hospitales, a pesar de tener atención médica pública, se encuentren tan mal equipados para enfrentar esta crisis?”, se pregunta.
Para recordar en qué malas manos está la gestión de esta crisis sociosanitaria, Klein pone el ejemplo estadounidense: el vicepresidente Mike Pence, al que Klein considera artífice del saqueo de Nueva Orleans tras el Huracán Katrina, es ahora la persona designada por Trump para dar respuesta a la crisis del coronavirus.
Y el banquero y actual secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, encargado del plan de rescate para hacer frente a la pandemia, estuvo entre quienes más se enriquecieron durante la crisis de 2008. “Hay una tendencia a poner el foco solo en Donald Trump, pero es importante comprender que está rodeado de este gabinete de ex directores ejecutivos y políticos con un largo historial de servicio a los intereses de las corporaciones”, señala Klein.

Un modelo económico sangriento

El sistema capitalista “siempre ha estado dispuesto a sacrificar la vida a gran escala en aras de la ganancia”, señala. Le dan la razón algunos millonarios estadounidenses que recientemente han pedido que los trabajadores vuelvan a los puestos de trabajo para salvar la economía aunque la pandemia se cobre vidas.
“Esa es la historia del colonialismo, de la trata transatlántica de esclavos, de las intervenciones estadounidenses por el mundo. Es un modelo económico empapado en sangre”, denuncia la autora. Y ahora la gente empieza a darse cuenta: “Las personas que antes no lo veían están encendiendo la televisión y viendo a los comentaristas y políticos de Fox News decir que tal vez deberían sacrificar a sus abuelos para que podamos subir los precios de las acciones. Y se pregunta, ¿qué tipo de sistema es este?”.
No es algo nuevo, señala Klein, pero lo más radical es la escala del sacrificio: “Ahora, debido a nuestra profunda crisis ecológica, debido al cambio climático, es la habitabilidad del planeta lo que se está sacrificando. Es por eso que debemos pensar qué tipo de respuesta vamos a exigir, y esta tiene que estar basada en los principios de una economía verdaderamente regenerativa, basada en el cuidado y la reparación”, subraya.

La ‘distopía de silicon valley’

La periodista asegura que hay momentos en que cree vivir lo que llama la distopía de Silicon Valley. “El hecho de que estemos distanciados significa que ahora muchos de nosotros estamos pasando nuestras vidas pegados a las pantallas. Nuestras relaciones sociales están mediadas por plataformas corporativas como YouTube [plataforma a través de la que ofreció el encuentro online], Twitter, Facebook, etc. Nuestra ingesta calórica diaria nos la entrega Amazon Prime. Y las personas que están haciendo ese trabajo son increíblemente vulnerables”.
Klein supone que para aquellos que más se benefician con esto, como Jeff Bezos, la única debilidad de este sistema es que sean los humanos los que tienen que entregarnos la comida y los paquetes: “Preferirían que fueran drones o robots que no pudieran enfermar”.
Así que estamos viendo el mundo que querría Silicon Valley, señala Klein. Y es una visión muy sombría: “Esta no es la forma en que queremos vivir. Deberíamos ver una oportunidad en el rechazo a ese futuro, en la forma en que salimos de esta crisis”.
Se habla continuamente de la vuelta a la normalidad. «Lo normal es mortal. La ‘normalidad’ es una inmensa crisis. Necesitamos catalizar una transformación masiva hacia una economía basada en la protección de la vida”, dice Klein
“Cuando la gente habla sobre cuándo las cosas volverán a la normalidad, debemos recordar que la normalidad era la crisis”, advierte. “¿Es normal que Australia ardiera hace un par de meses? ¿Es normal que el Amazonas ardiera un par de meses antes? ¿Es normal que a millones de personas en California se les haya cortado la electricidad repentinamente porque su proveedor privado cree que esa sería una buena manera de prevenir otro incendio forestal? Lo normal es mortal. La ‘normalidad’ es una inmensa crisis. Necesitamos catalizar una transformación masiva hacia una economía basada en la protección de la vida”.

La necesidad de estar indignados

Para Klein, por lo tanto, se cumple el dicho de que los momentos de crisis lo son también de oportunidad para avanzar hacia la sociedad que queremos, hacia esa transformación. “La buena noticia es que estamos en una mejor posición que en 2008 y 2009. Hemos trabajado mucho en los movimientos sociales durante estos años para crear plataformas de personas”, señala.
“Ha habido estrategias asombrosas que las personas han ideado para usar la tecnología para ayuda mutua”, dice. Alaba las protestas de enfermeras que se han dado desde que comenzó la crisis sociosanitaria, las reivindicaciones de trabajadores por sus derechos, las huelgas de alquiler o las caceroladas en Brasil contra Bolsonaro.
“Necesitamos desarrollar nuevas herramientas de desobediencia civil que nos permitan actuar a distancia”, dice. “Estoy muy esperanzada por las formas que tienen las personas para colaborar en estos momentos, y eso conlleva una ironía, porque es cierto que nunca hemos estado tan distanciados físicamente, pero tal vez es debido a la distancia física que estamos tan decididos a llegar uno hacia el otro”.
Klein opina que los gobiernos deberían caer por lo que está pasando. “Necesitamos estar indignados, muy indignados. Necesitamos inspirarnos por el tipo de movimientos de masas que han derrocado a los gobiernos en momentos de crisis anteriores”, sugiere, y se muestra convencida de que no vamos a alcanzar la seguridad a menos que peleemos por ello. “No es un lugar al que podamos volver: es un lugar que tenemos que construir juntos y un lugar por el que tenemos que luchar”, concluye.

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