Del (falso) estado profundo a la verdadera internet manipuladora

Tal vez hubo un tiempo, no reciente, que la que existían los llamados ‘Estados Profundos’. Un Estado profundo, también conocido como ‘Estado dentro de otro Estado’ es una forma de gobierno clandestino de un Estado, operado mediante redes de grupos de poder encubiertas, que actúan de manera coludida, con el fin de seguir una agenda en común y objetivos propios de manera independiente y en paralelo al gobierno legítimo y/o elegido democráticamente, muchas veces cometiendo actos de corrupción.

iconos redes

Ejemplos de los órganos del Estado que son utilizados para estos fines son las fuerzas armadas o autoridades civiles (servicios de inteligencia, policías, policías secretas, agencias gubernamentales y de la Administración Pública en general).
Asimismo, este término fue utilizado comúnmente para la creación de teorías de conspiración relacionadas a la política, en especial cuando existe un cambio de mando en el poder y pasa un partido o coalición opositora a ser oficialista. Por otra parte, un Estado profundo también puede tomar forma a través de funcionarios públicos atrincherados que actúen de manera no conspirativa, para promover sus propios intereses.

La finalidad de un Estado profundo puede incluir la continuidad del Estado mismo, la seguridad del empleo para sus miembros, un mayor poder y autoridad, y la búsqueda de objetivos ideológicos. Puede operar por medio de la burocracia en oposición a la agenda de los funcionarios electos, obstruyendo, resistiendo y subvirtiendo sus políticas, condiciones y directivas. También puede tomar forma mediante empresas públicas o compañías privadas que actúan independientemente del control regulatorio o estatal.

Durante los siglos XVII y XVIII, el debate político en torno a la separación de la Iglesia y el Estado a menudo giraba en torno a la percepción de que si no se controlaba, la Iglesia podría convertirse en una especie de Estado dentro de un Estado, como una invasión ilegítima del poder civil natural del Estado laico.

Ejemplos históricos de organizaciones estatales acusadas de ser un estado dentro de un estado son las SS en la Alemania nazi, la CIA, el MI6, el KGB y la Guardia Revolucionaria Islámica en Irán.

PERO ESO ES HISTORIA…

Porque ya no existen pluralidad de Estados, sino un solo Estado disfrazado de muchos y, por lo tanto, con idénticos intereses y recursos de manipulación multiplicados exponencialmente.

Entre estos medios, el más novedoso y poderoso es Internet. Los medios tradicionales (televisión, cine, radio, prensa, etc.) fueron muy fáciles de comprar: solo hacía falta dinero, y quien fabrica el mismo lo tiene todo.
¿Recuerdas cuando el abuelo del actual gilipollas aún vivía que por las noches nos conectábamos a Radio Francia Internacional para saber lo que estaba ocurriendo en España?

TODAS las guerras que ha habido a lo largo de la Historia nunca fueron de un país contra otro, sino de unos pocos ricos que, por supuesto, no acudían a los frentes de batalla, sino de hombres jóvenes y pobres, de distintos países, que engañados se mataban entre ellos.

Ahora eso ya no existe, aunque se conserven ciertas antiguas apariencias. Ahora el mundo es un solo Estado y la guerra, descarada, ya no se oculta. Los pocos ricos (tal vez dirigidos por una especie de Príncipe del Mundo al que todos obedecen) utilizan los múltiples recursos que el sistema ofrece (todos falsos, por supuesto, desde la seguridad hasta la medicina, desde la alimentación hasta la información y las ideas) contra los pobres. Incluso recientemente gustaban de disfrazarse de organizaciones humanitarias, empresas-religiones, etc.

Se puso de moda, no sé si recuerdas, una frase muy antigua: «quien maneja la información controla el poder». Desde los medios convencionales (no) declararon abiertamente la guerra. No era necesario. Y aunque la acertadamente denominada Red (Internet) siempre estuvo llena de mentiras, ha sido la última en caer. Allí creían refugiarse los que los asesinos llamaban «negacionistas» (de la mentira), hasta que tuvieron a todos y cada uno de los ciudadanos del mundo perfectamente controlados.

Aunque, mirado desde un análisis más profundo, la Declaración de Guerra en realidad sí se realizó, pero con otro nombre: suspendiendo el derecho a la intimidad, e imponiendo bajo control armado una serie de medidas intoxicantes. Primero, con el absurdo y recurrido argumento de «proteger a la población», censuraron los recursos que cuestionasen la versión oficial de la Nueva Realidad. Y después, ya poco a poco, comenzaron a reescribir en Internet los contenidos a su conveniencia: cualquier especialista en cualquier tema se escandaliza con lo que ahora lee. Si antes casi todo eran mentiras, ahora, como en el resto de medios, lo son todas las publicaciones.

No hay ningún problema con que existamos, aún, un minúsculo grupo de manipulados negacionistas de la mentira: cada día el odio que se siembra contra nosotros es mayor, y pronto acabaremos «desaparecidos», «reconvertidos» por amenazas o «fallecidos en accidente», como tanta gente fallece…

Si Dios no lo remedia.