¿Dónde comienza el camino?... ¿Cómo reconozco mi propio camino?... (G.I. Gurdjieff por P.D. Ouspensky)

El «camino» comienza más allá de la vida ordinaria de un hombre. El camino comienza al final de la «escalera». La importancia del «centro magnético» para encontrar el «camino».

Contenido de esta Nota: (de «Fragmentos de una Enseñanza Desconocida», de P.D. Ouspensky). ¿De dónde parte el camino?… La ‘ley de accidente’… Diferentes clases de influencias… Las influencias creadas en la vida… Las influencias creadas fuera de la vida, conscientes solamente en su origen… El ‘centro magnético’… En busca del camino… El descubrimiento de un hombre que sabe… Tercera clase de influencias: consciente y directa… Cómo liberarse de la ley de accidente… Los ‘escalones’, la ‘escalera’ y el ‘camino’… Condiciones especiales del Cuarto Camino… Posible existencia de un centro magnético equivocado… Cómo reconocer los caminos equivocados… El maestro y el alumno.

Un día llegaron numerosas personas que nunca habían asistido anteriormente a nuestras reuniones. Una de ellas preguntó: ‘¿Dónde comienza el camino?…’ La persona que hizo esta pregunta no había oído lo que Gurdjieff había dicho de los cuatro caminos, y empleaba la palabra ‘camino’ en el sentido religioso o místico ordinario. Gurdjieff le dijo:
― La idea del camino es especialmente difícil de comprender, porque uno cree ordinariamente que el ‘camino’ (acentuó esta palabra), comienza en el mismo nivel en que se desenvuelve nuestra vida. Pero esto es completamente falso. El camino comienza en otro nivel muy superior. Esto es justamente lo que no se comprende. El punto de partida del camino se juzga mucho más accesible de lo que es en realidad. Voy a tratar de explicárselo… El hombre vive bajo la ley del accidente y bajo dos clases de influencias, que dependen también del accidente. Las influencias de la primera clase están creadas en la vida misma o por la misma vida. Son las influencias de raza, nación, clima, familia, educación, sociedad, profesión, maneras, costumbres, fortuna, pobreza, ideas corrientes y así sucesivamente. Las influencias de la segunda clase se crean, por el contrario, fuera de esta vida, son las influencias que nos llegan del ‘circulo interior o esotérico de la humanidad’; en otras palabras, han sido creadas bajo ‘otras leyes’, aunque sobre esta misma tierra. Estas influencias difieren de las primeras ante todo en que son conscientes en su origen. Esto significa que han sido creadas conscientemente por hombres conscientes, con fines determinados. Las influencias de esta clase toman cuerpo habitualmente, bajo la forma de doctrinas o de enseñanzas religiosas, de sistemas filosóficos, de obras de arte y así sucesivamente. Estas influencias son lanzadas en la vida ordinaria de los hombres para una meta definida, y se mezclan con influencias de la primera clase. Pero no hay que olvidar nunca que estas influencias son conscientes solamente en su origen. Cuando penetran en el gran torbellino de la vida, caen bajo la ‘ley común del accidente’ y empiezan a actuar mecánicamente; en otras palabras, pueden actuar o no sobre tal o cual hombre, pueden o no alcanzarlo.
Al sufrir toda clase de cambios y alteraciones en la vida por el hecho de su transmisión e interpretación, las influencias de la segunda clase se reducen a influencias de la primera clase, es decir se confunden en cierta manera con ellas. Es necesario que pensemos en ello, y veremos que no es difícil distinguir las influencias creadas en la vida de las influencias cuyo origen se encuentra fuera de la vida. Es imposible enumerarlas o hacer un catálogo de unas y otras «Hay que comprender. Todo dependerá de nuestra comprensión.» Nos preguntamos dónde comienza el camino. «El comienzo del camino depende precisamente de esta comprensión, o de la capacidad de distinguir las dos clases de influencias…» Naturalmente la distribución de estas dos clases de influencias es desigual. Tal hombre concuerda mejor con las influencias cuyo origen está fuera de la vida y recibe más de ellas; otro recibe menos, un tercero está casi aislado. Pero esto es inevitable. Esto ya es el ‘destino’. Es necesario considerar la regla general: «El hombre normal vive en las condiciones normales; siendo estas condiciones más o menos las mismas para todo el mundo, se puede decir que la dificultad es la misma para todos; esta consiste en ‘separar’ las dos clases de influencias. Si un hombre no las separa al recibirlas, no ve o no siente su diferencia, su acción sobre él ya no estará separada, es decir que ellas actuarán de la misma manera, en el mismo nivel y producirán los mismos resultados.»

Pero si en el momento en que recibe estas influencias, un hombre es capaz de efectuar las discriminaciones necesarias y poner aparte aquellas que no son creadas en la vida misma, entonces gradualmente se le hace más fácil el ‘separarlas’, y después de cierto tiempo ya no las podrá confundir con las influencias ordinarias de la vida. Los resultados de las influencias cuya fuente está fuera de la vida, se acumulan en él, las recuerda todas en conjunto, las siente todas en conjunto. Comienzan a formar en él un cierto ‘todo’. Él mismo no se da cuenta claramente de qué se trata; no percibe ni el cómo ni el porqué, o si trata de explicárselo lo hace mal. Sin embargo, lo esencial no está ahí sino en el hecho de que al acumularse los resultados de estas influencias forman progresivamente en él una especie de ‘centro magnético’, que atrae todas las influencias relacionadas, y de esta manera crece. Si el centro magnético de un hombre recibe un alimento suficiente y si los otros lados de su personalidad, que resultan de las influencias creadas en la vida, no ofrecen fuerte resistencia, el centro magnético comienza entonces a influir sobre su orientación, lo obliga a efectuar un viraje y aun a ponerse en marcha en cierta dirección. Cuando su centro magnético ha adquirido la fuerza y el desarrollo suficiente, un hombre comprende ya la idea del camino y comienza a buscarlo. La búsqueda del camino puede tomar muchos años y no conducir a nada. Esto depende de las condiciones, de las circunstancias, del poder del centro magnético, del poder y de la dirección de las tendencias interiores a las que esta búsqueda no interesa en forma alguna, y que pueden desviar a un hombre de su meta en el preciso momento en que aparece la posibilidad de alcanzarla, es decir de encontrar el camino.
Si el centro magnético trabaja correctamente y si un hombre busca verdadera y sinceramente, o aun si siente en una forma justa fuera de toda búsqueda activa, puede encontrar a otro hombre que conozca el camino y que esté conectado, directamente o a través de personas intermediarias, a un ‘centro’ cuya existencia escapa de la ley de accidente, y de donde proceden las ideas que crearon el centro magnético. Nuevamente aquí hay múltiples posibilidades. Pero hablaremos de ello más tarde. Por el momento imaginemos que alguien haya encontrado a un hombre que conozca realmente el camino y que esté dispuesto a ayudarlo. La influencia de este hombre le llega a través de su centro magnético. Desde este momento, en este sitio, «el hombre se libera de la ley de accidente». Comprendámoslo, la influencia del hombre que conoce el camino sobre aquel que no lo conoce es un ‘tipo especial de influencia’, diferente de las dos primeras, ante todo por el hecho de que es una ‘influencia directa’ y, en segundo lugar es que es una influencia consciente. Las influencias del segundo tipo, de las cuales he hablado en un principio, que crean el centro magnético son conscientes en su origen, pero luego son lanzadas en el torbellino general de la vida, donde se mezclan con las influencias creadas por la vida misma, y caen a su vez bajo la ley de accidente. Las influencias de esta tercera clase escapan de esta ley por completo; están ellas mismas fuera de la ley de accidente, y su acción está asimismo libre de ella. Las influencias de la segunda clase pueden llegarnos a través de libros, de sistemas filosóficos, de ritos. Las influencias de la tercera clase no pueden actuar sino ‘directamente’, de una persona a otra, por medio de la transmisión oral.

El momento en que un hombre que busca el camino encuentra a un hombre que lo conoce, se llama ‘el primer umbral’ o el primer peldaño. A partir de este primer umbral, la ‘escalera’ comienza. Entre la vida y el camino se encuentra la escalera. Sólo por medio de la escalera puede un hombre entrar en el camino. Más aún, el hombre asciende esta escalera con la ayuda de su guía; no puede subirla por sí solo. El camino comienza solamente al final de la escalera, esto es, después del último peldaño o del último umbral en un nivel muy por encima de la vida ordinaria. Por lo tanto, es imposible contestar a la pregunta: ¿Donde empieza el camino?… El camino empieza con algo que de ningún modo está en la vida. ¿Cómo sería posible entonces precisar su origen?… A veces se dice que en el ascenso de la escalera el hombre nunca está seguro de nada, que puede dudar de todo, de sus propias fuerzas, de la justeza de lo que hace, de su guía, y del saber y de los poderes de este último. Lo que alcanza es muy inestable; aun si ha llegado bastante alto en la escalera, puede siempre caer y tener que recomenzar todo. Pero cuando ha franqueado el último umbral y entrado en el camino, todo cambia. En primer lugar todas las dudas que podía tener acerca de su guía desaparecen, y al mismo tiempo su guía se vuelve mucho menos necesario que antes para él. En muchos aspectos ahora puede aún ser ‘independiente’, puesto que sabe hacia dónde va. Luego no puede perder tan fácilmente los resultados de su trabajo y no puede volver a caer al nivel de la vida ordinaria. Aun si se aleja del camino le será imposible regresar a su punto de partida.
Esto es casi todo lo que se puede decir en general, de la ‘escalera’ y del ‘cami-no’, pero hay diferentes caminos. Hemos hablado ya de ellos. Por ejemplo, en el Cuarto camino hay condiciones especiales que no existen en los otros. Así una de las condiciones para el ‘ascenso de la escalera’ en el Cuarto Camino es que un hombre no puede alcanzar el peldaño siguiente antes de poner a alguien en su propio peldaño. El otro, a su vez, tiene que poner a un tercero en su lugar, si es que él mismo quiere subir un peldaño más. Entonces, cuanto más asciende un hombre, más se encuentra bajo la dependencia de los que lo siguen. Si ellos se detienen, él también se detiene. Situaciones como las que menciono se encuentran igualmente en el camino. Puede ser, por ejemplo, que un hombre alcance poderes especiales y que tenga luego que sacrificarlos para elevar a otras personas a su nivel. Si las personas con las que trabaja alcanzan su nivel, le será devuelto todo lo que había sacrificado. Pero si ellos no alcanzan este nivel, él puede perderlo todo. Hay también diversas posibilidades en cuanto a la situación del maestro, en relación al ‘centro esotérico’, de acuerdo con lo que más o menos sepa sobre este centro, ya sea más o ya sea menos. Por ejemplo, el maestro puede saber exactamente dónde está el ‘centro esotérico’ y cómo se puede recibir de él una ayuda; o bien, puede ignorarlo y conocer solamente al hombre de quien él mismo ha recibido su saber. En la mayoría de los casos, al comienzo, el discípulo no conoce sino el ‘escalón’ que le es inmediatamente superior. Y no es sino a medida de su propio desarrollo que él podrá ‘ver más allá’ y reconocer de dónde viene lo que él sabe. Habiendo tomado a su cargo el papel de maestro, poco importa que un hombre sepa o no sepa exactamente el origen de lo que enseña; los resultados de su trabajo dependerán ante todo de este hecho: ¿Vienen o no sus ideas realmente del ‘centro esotérico’?… ¿Comprende él mismo las ideas esotéricas, es decir, es capaz de distinguir las ideas del conocimiento objetivo de las ideas subjetivas, científicas o filosóficas?…
Hasta ahora he hablado del verdadero centro magnético, del verdadero guía y del verdadero camino. Pero puede suceder que el centro magnético haya sido mal formado… Puede estar dividido el mismo centro, es decir, puede incluir contradicciones. Además, influencias de la primera clase, creadas por la vida, pueden haber entrado en él bajo la apariencia de influencias de la segunda clase, o bien los rastros de las influencias de la segunda clase pueden haber sido desnaturalizados hasta el punto de haberse convertido exactamente en lo contrario de lo que eran. Un centro magnético mal formado no puede dar una orientación verdadera. Un hombre cuyo centro magnético es de esta clase puede también estar en busca del camino, y puede encontrar a otro hombre que se llame a sí mismo un maestro, que pretenda conocer el camino y estar conectado con un centro fuera de la ‘ley del accidente’. Pero puede ser que este hombre no conozca realmente el camino y no esté conectado con un centro tal. Aquí también hay muchas posibilidades: 1º Puede estar equivocado de buena fe e imaginarse conocer algo, cuando en realidad no conoce nada. 2° Puede tener fe en otro hombre, quien a su vez puede estar equivocado. 3° Puede engañar a sabiendas.
Por consiguiente, si aquel que busca el camino cree en tal hombre, éste puede conducirlo en una dirección totalmente diferente de la que le fue prometida; puede conducirlo muy lejos del camino justo y llevarlo a resultados absolutamente opuestos a los que habría podido alcanzar. Afortunadamente, esto no ocurre sino muy raras veces; pues los caminos equivocados son muy numerosos, pero en la inmensa mayoría de los casos no conducen a nada. El hombre simplemente da vueltas alrededor del mismo sitio, sin dejar de creer que está siguiendo el camino.
— ¿Cómo se puede reconocer un camino falso? (preguntó alguien).
— ¿Cómo se lo puede reconocer?… (dijo Gurdjieff). Es imposible reconocer un camino falso, si no se conoce el verdadero. Esto significa que es inútil preocuparse por reconocer un camino falso. Más bien, hay que preguntarse cómo hallar el verdadero. Aquí no hablamos de otra cosa. Pero esto no se puede resumir en dos palabras. Sin embargo, partiendo de lo que les he dicho, pueden llegar a muchas conclusiones útiles si recuerdan todo. Por ejemplo, ustedes pueden ver que el maestro siempre corresponde al nivel del alumno. Si el nivel del alumno es elevado, el del maestro también lo puede ser. Pero un alumno cuyo nivel no es especialmente elevado, no puede contar con un maestro de nivel muy alto. De hecho, un alumno nunca puede ver el nivel de su maestro…

Esto es una ley. «Nadie puede ver más alto que su propio nivel»… Pero la mayoría de la gente ignora esta ley, y en general, cuanto más bajo es su nivel, tanto más exige un maestro de nivel superior. Comprender esto claramente ya es comprender mucho. Pero esto rara vez sucede. Por regla general, el discípulo mismo no vale un comino, pero no quiere otro maestro que no sea el mismo Jesucristo. Un maestro de menos categoría no es digno de él. Y nunca se le ocurrirá que, aunque llegara a encontrar a un maestro tal como aquél descrito en los Evangelios, no sería capaz de seguirlo; en realidad, para poder ser su discípulo tendría que tener el nivel de un apóstol… He aquí una ley inflexible: «Cuanto más grande es el maestro, tanto más difícil es seguirlo. Y si la diferencia entre los niveles del maestro y del alumno excede de un cierto límite, el alumno encuentra dificultades insuperables en el camino». Una de las reglas fundamentales del Cuarto Camino se relaciona directamente con esta ley. En el Cuarto Camino, no hay sino un maestro; ‘quien sea el más antiguo es el maestro’. Y tanto como el maestro le es indispensable al alumno, el alumno le es indispensable al maestro. El alumno no puede progresar sin maestro y el maestro no puede progresar sin alumno o alumnos. Y esto no es una consideración de tipo general sino una regla indispensable y completamente concreta sobre la cual se basa la ley de toda ascensión posible para un hombre. «Como ya se ha dicho, nadie puede elevarse a un grado superior de la escalera antes de haber colocado a alguien en su propio lugar. Lo que un hombre ha adquirido, inmediatamente debe darlo de nuevo; solo entonces puede adquirir más. De otro modo le sería quitado aun lo que le ha sido dado». En una de las reuniones siguientes, cuando Gurdjieff me pidió que repitiera lo que él había dicho sobre el ‘camino’ y sobre el ‘centro magnético’, resumí estas ideas en un diagrama: VISTA GLOBAL DE LAS «INFLUENCIAS» SOBRE UN HOMBRE QUE POSEE UN CENTRO MAGNÉTICO.
V ….. vida. H ….. un hombre, tomado aisladamente. A ….. influencias creadas en la vida por la vida misma — primera clase de influencias. B ….. influencias creadas fuera de la vida, pero lanzadas en el torbellino general de la vida—segunda clase de influencias. H1….. un hombre ligado al centro esotérico por medio de la sucesión, o que pretende estar ligado a éste. E ….. centro esotérico, situado fuera de las leyes generales de la vida. M ….. centro magnético en el hombre. C ….. influencia del hombre H1 sobre el hombre H; en el caso de un vínculo real con el centro esotérico, sea este vínculo directo o indirecto, se trata de una influencia de la tercera clase. Esta influencia es consciente, y bajo su acción, en un punto M que designa al centro magnético, un hombre deviene libre de la ley de accidente. H2 ….. un hombre que se engaña a si mismo o a los demás, no teniendo ningún vínculo directo o indirecto con el centro esotérico.

Es imposible reconocer un camino falso, si no se conoce el verdadero.

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Sw. Veet Agustin