I.- LA BATALLA INTERNA QUE HA DE COMPRENDERSE PARA DEJAR EL CÍRCULO VICIOSO DEL SUFRIMIENTO. (introducción)

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Lo cierto es que cada persona libra su propia batalla interna. Una batalla de las que muchas veces desconocemos los detalles más importantes porque estos solo están registrados en la mente de la persona que la libra. Por otro lado, una persona con buena o mala intención, rara vez es consciente de lo dañina que puede llegar a ser para los demás y para ella misma.
Esta inconsciencia se vuelve frecuente por una razón ajena a la intención: nuestra mente es como una locomotora que crea pensamientos sin pausa, de una forma frenética y vertiginosa. Da vueltas a todo, elabora hipótesis de lo que sucede a nuestro alrededor, hace suposiciones, crea nuevas ideas y conceptos, piensa y vuelve a pensar, anticipa lo peor y emite juicios sobre otros… Y también sobre nosotros mismos. Claro.
Ese incesante martilleo nos tortura, nos daña y como recuerdo nos deja “basura mental”. Los científicos afirman que tenemos más de 60000 pensamientos al día. Se estima que muchos de estos pensamientos (el 80% aproximadamente) en la mayoría de personas son negativos, tóxicos, disfuncionales…
Actuamos en automático gran parte del tiempo. Así, estamos extremadamente influenciados por nuestras creencias. Gran parte de estas creencias están en nuestro inconsciente y de esas creencias nacen nuestros pensamientos y juicios más inmediatos. Convicciones que se reciben en nuestra infancia, y se aceptan como verdades absolutas, arraigándose después a través de nuestras experiencias que replican lo que estamos emitiendo desde esa creencia, en un círculo vicioso que nos atrapa en la cárcel de infelicidad que nosotros mismos hemos creado.
SI podemos salir de ese círculo y poder mental, dándonos cuenta de que no estamos realmente dentro, que nuestra verdadera naturaleza no ha de doblegarse ante la tiranía de las creencias. Tomando conciencia de lo que es importante realmente para nosotros y decidiendo por lo que realmente nos vibra en la vida. Por nuestro auténtico sentir que nos guía desde el corazón en vez de que sea desde la cabeza.

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María Isabel Burcet