Alejandra caminaba con su padre cuando este, de repente, se detuvo en una curva del camino. Después de un breve silencio le preguntó:
– “Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido que hace. Cuanto más vacía está la carreta, mayor ruido hace.”
Alejandra se convirtió en adulta y, siempre que veía una persona interrumpiendo una conversación y hablando demasiado de sí misma, de forma inoportuna o violenta, o presumiendo de lo que poseía, tenía la impresión de oír la voz de su padre diciendo: