La ira. El dominio del fuego interior

Thich-Nhat-Hanh2
Cuando escuchas profundamente a alguien que sufre, entras en una zona incendiada. En la persona que estás escuchando hay el fuego del sufrimiento, está ardiendo en la ira, y si no vas bien equipado, no podrás ayudarla y podrías ser víctima del fuego que hay en ella. Por eso necesitas un buen equipo.
En este caso tu equipo es la compasión, que alimentas y mantienes viva con la práctica de la respiración consciente. Esta práctica genera la energía de ser consciente. La respiración consciente mantiene vivo tu deseo básico, el deseo de ayudar a que la otra persona diga lo que piensa.
Cuando hable, puede que sus palabras estén llenas de amargura, de repulsa y de juicios, y esas palabras podrían avivar el sufrimiento que hay en ti. Pero si mantienes viva la compasión mediante la práctica de la respiración consciente, estarás protegido, podrás seguir sentado y escucharla durante una hora sin sufrir. Tu compasión te alimentará, al saber que estás ayudando a la otra persona a sufrir menos. Desempeña el papel de un Bodhisatva y serás la mejor clase de terapeuta que exista.
La compasión nace de la felicidad y también de la comprensión. Cuando la compasión y la comprensión se mantienen vivas, estás a salvo. Lo que la otra persona diga no te hará sufrir y podrás escucharla profundamente, de verdad.
Cuando no tienes la capacidad de escuchar con compasión, no puedes pretender que la estás escuchando, porque la otra persona sabrá que aunque estés lleno de ideas sobre el sufrimiento, no la comprendes de verdad. Pero cuando la comprendes, eres capaz de escuchar con compasión y profundidad, y la calidad de esta escucha es fruto de tu práctica.