Cuando uno es consciente de que la vida no es lineal, es cuando es capaz de vivir en el presente sin reprochar, ni quejarse de esas circunstancias que a veces nos desalientan o nos sacan fuera de nuestra zona de confort.
Ser positivo no viene con nuestro ADN, es una decisión, es una actitud ante la vida, es un posicionamiento que nos enroca en nuestro bienestar.
Porque cuando no interpretas en contra de las circunstancias, te conviertes en un mero observador de la vida, sin juzgar y con neutralidad.
Es como experimentar una circunstancia adversa sin formar parte de ella en un plano racional a pesar del dolor, sin interpretar ni entrar en modo víctima, dejando ir el dolor y que este siga su curso, sin enquistar la circunstancia a través del sufrimiento mental.
Creo que el peor enemigo de la superación es entrar en el victimismo y creerse no merecedor de eso malo que nos ha pasado, en vez de entender que, simplemente, la vida no es lineal.
De esta forma somos capaces de aprender de las circunstancias adversas y abandonar la queja que nos mantiene inmóviles en el sufrimiento y en la no aceptación.
Aprender de las circunstancias adversas y abandonar la queja que nos mantiene inmóviles en el sufrimiento y victimismo.
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