Un Buda común y corriente

hombre
Algunos de los más grandes terapeutas y sanadores que conozco no tienen diplomas, ni calificaciones, ni títulos rimbombantes. No han escrito libros, y nunca aparecerán en alguna entrevista en programas de televisión. Sin embargo, son sumamente compasivos, capaces de escuchar profundamente sin prejuicio, dispuestos a encontrarse con las más intensas energías ante su inamovible presencia. Con su atención amorosa, lo inaceptable se transforma en espacio de aceptación, el material traumático surge sin vergüenza, la oscuridad se convierte en luz, es sentida y se integra en un espacio de seguridad y amistad, sin temor. Ellos se sienten tan a gusto con el silencio como con las más desgarradoras historias personales. No hay en ellos ningún sentido de ‘yo soy el experto que posee todas las respuestas’, no tienen una imagen de sí mismos como los grandes sabios de la humanidad o los gurús iluminados. Estos desconocidos y aún no descubiertos Budas son los terapeutas y los maestros del futuro, la esperanza de la humanidad, y quizás ellos mismos ni siquiera lo sepan.
 

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Jeff Foster