La danza de los derviches

Cuenta la tradición que cierto día, Mevlana Djalal al Din Rumi, roto por el dolor de la separación entre su alma y el Alma del universo, cruzó los brazos, puso las manos en sus hombros, bajó la barbilla y metió la cabeza en el hueco que quedaba en su pecho. Allí, en lo más íntimo de su ser, preguntó al vacío de su corazón:

– Oh Señor ¿quién soy yo para ti? – Entonces, en ese rincón secreto de su ser, oyó la voz de Dios diciéndole:

– Tú eres una rosa en mi jardín. Mi paraíso no estaría completo sin ti.

Ante semejante respuesta, Mevlana levantó la barbilla, estiró los brazos como una flor que se abre para recibir los rayos de sol del amanecer y comenzó a dar vueltas sobre sí mismo, loco de pasión. De esa manera repartió el sentimiento de Dios que él mismo había podido experimentar entre todos los hombres y mujeres que, extasiados, recorrían – y todavía recorren – grandes distancias para ir a verlo.

 Ese fue el comienzo de la danza de los derviches. Una danza que, para quien siente la misma dolencia que Mevlana, supone un alivio para el corazón y una vía directa de comunicación con el Amado…

Así es la meditación sufí»

Extracto del libro: Viaje a la India para aprender Meditación.

 

¿Quién soy yo para Ti?

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Sw. Veet Agustin