En la escuela deberían enseñarnos a respirar bien, como a comer sano

«La respiración pausada y nasal es tan eficaz para la sexualidad como la viagra para la disfunción eréctil», asegura James Nestor, autor del ensayo ‘Respira’

Respiración Consciente

Respiramos entre 20.000 y 25.000 veces al día, y esto supone, según James Nestor «que la mayoría de los humanos comete entre 20.000 y 25.000 errores diarios». «Respiramos mal, muy mal, y eso tiene fatales consecuencias para nuestra salud y nuestro ánimo». Así lo sostiene Nestor (California, 1970), reputado periodista científico que durante años investigó cómo inhalamos y exhalamos el aire que nos da la vida y que publica ‘Respira’ (Planeta). Es una suerte de Biblia de la buena respiración, «tan eficaz para nuestra sexualidad como la viagra para la disfunción eréctil», sostiene.

«Deberían enseñarnos a respirar bien en las escuelas, como se enseña a comer de manera saludable o a practicar ejercicio, pero no parece muy factible», lamenta Nestor, un apóstol de las bondades de una respiración pausada, rítmica y siempre nasal que nos colmaría de bondades fisiológicas y emocionales.

«Podemos mejorar nuestra respiración con tres cosas muy sencillas: siendo conscientes de cómo respiramos, haciéndolo por la nariz y a un ritmo lento. Hay muy poca gente capaz de hacer algo tan sencillo, y los beneficios son fabulosos», asegura Nestor. Ahora que el coronavirus nos obliga a llevar mascarilla «es más importante que nunca respirar bien». «Reduciremos la ansiedad al tomar aire con un ritmo más marcado y producir óxido nítrico, una sustancia esencial para luchar contra todos los virus», señala.

Su ensayo es fruto de una experiencia personal. Nestor padeció neumonía y una bronquitis crónica recurrente. «Comía de manera saludable, dormía ocho horas y hacía ejercicio, pero mi salud pulmonar no era buena y acudí a un curso de respiración». Él, como la mayoría de la humanidad, respiraba por la boca, algo que «es consecuencia de un fallo evolutivo». «No sabemos realmente cómo respiraban nuestros antepasados, pero al analizar los cráneos y las mandíbulas vemos que tenían una mayor apertura en la nariz, la mandíbula mucho mayor y las vías respiratorias más anchas, lo que permite concluir que sufrían menos enfermedades respiratorias crónicas».

«Lleva más tiempo respirar por la nariz, pero las estructuras que tenemos en su interior limpian el aire, lo filtran y lo preparan para ser absorbido por los pulmones. Es nuestra primera línea de defensa y estas protectoras estructuras no están en la boca ni en la garganta», explica Nestor, que vivió durante diez días con la nariz taponada para experimentar su efecto. «Si todos respiráramos correctamente se aliviaría la presión sobre los sistemas sanitarios, acabaríamos con la apnea del sueño, los ronquidos y los problemas de espalda, reduciríamos el estrés, aumentaría el disfrute sexual y se retrasaría el envejecimiento», asegura categórico desde su casa en San Francisco.

Recciones nasales

Ofrece constataciones chocantes, como que la nariz «tiene erecciones» y «juega un papel importante en la disfunción eréctil». «En la nariz tenemos el mismo tipo de tejido que en nuestros genitales. Hay personas que cuando se excitan tienen crisis de estornudos, un fenómeno llamado rinitis de la luna de miel», explica. «Nuestra nariz produce óxido nítrico, que facilita la circulación de oxígeno por todo el cuerpo, y lo hace seis veces más que cuando respiramos por la boca. Algo que tiene un efecto comparable al de la viagra, que lo que hace es estimular la producción de óxido nítrico en nuestro cuerpo», dice el periodista.

 También ha constatado que en distintas culturas y religiones «las oraciones tienen una cadencia semejante que pauta el ritmo respiratorio». «Unos investigadores italianos analizaron el avemaría y el rosario comparándolo con otros rezos y mantras y vieron que la frecuencia respiratoria era exactamente la misma: unos seis segundos para inhalar y otros tantos para exhalar, el ritmo perfecto que genera una mejor oxigenación y nos lleva a un estado de coherencia».

«Nunca tendremos una buena salud si respiramos por la boca», reitera. «En este libro analizo la ciencia de esta función biológica básica, que tiene algo de arte y de ciencia, que nos acompaña hasta que morimos y que desarrollada correctamente beneficia al cuerpo y al cerebro. Los animales, con algunas excepciones, respiran mejor que los humanos. No controlan su dieta, ni levantan pesas, ni hacen flexiones. Esas cosas que nosotros hacemos desde la industrialización para ser lo que fuimos, para tener una vida semejante a la de nuestros antepasados. Y eso resulta paradójico», plantea Nestor.

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Diario vasco