Sueños

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Sueños

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He soñado que dormía y en sueños despertaba
He soñado que mi corazón Tus Nombres bombeaba
He desgarrado mis venas para ver si de mí brotabas

¡Qué Te puedo yo negar si estás dentro de mi alma!

Y al abrir los ojos he descubierto que es ahora cuando sueño
Que toda mi vida he dormido y que al pensar es Ti es cuando despierto.
Diwan de los Pobres

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La Taberna del Derviche

Amar con locura

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Amar con locura

Un sufí es alguien que busca amar con locura. Y Dios es quien anhela ser amado con locura. Así, cuando los dos se encuentran, se funden en el milagro del Amor que destruye las formas, y el alma no puede resistir tanta pasión. Entonces el derviche tiene que girar, cantar y hacer poesía, porque le ha llegado la fortuna del encuentro con su único destino, y el final de su búsqueda ha sido consumado. Ahora puede Amar hasta morir, pero ese Amor, paradójicamente, da la Vida. No obstante, esa nueva vida en poco se asemeja a la anterior…

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Confía en Alá, pero ata a tu camello primero

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Confía en Alá, pero ata a tu camello primero

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Ocurre cada día: podrías haber hecho algo pero no lo hiciste, y usas la excusa de que si Dios quiere que se haga algo, lo hará de algún modo. O haces algo y después esperas el resultado; esperas y el resultado nunca llega. Entonces te enfadas, como si te hubieran engañado, como si Dios te hubiera traicionado, como si Él estuviera contra ti y fuera parcial, injusto y lleno de prejuicios. Y en tu mente surge una gran queja. Entonces la confianza ha desaparecido. La persona religiosa es la que continúa haciendo todo lo humanamente posible pero sin causar tensión por ello. Como somos átomos muy, muy pequeños en este universo, las cosas son muy complicadas. Nada depende únicamente de mi acción; hay miles de energías que se cruzan. El total de las energías decidirá el resultado. ¿Cómo voy a poder definirlo yo? Pero si no hago nada, puede que las cosas no vuelvan a ser las mismas. Tengo que hacer y al mismo tiempo tengo que aprender a no esperar nada. Entonces el hacer es como una oración, sin deseo de que se produzca un resultado. Entonces no hay frustración. La confianza te ayudará a no sentirte frustrado y atar el camello te mantendrá vivo, inmensamente vivo.
Este dicho sufí quiere crear el tercer tipo de hombre, el verdadero hombre: el que sabe cómo hacer y que sabe cómo no hacer; el que puede estar activo y decir «¡Sí!» cuando es necesario, y puede decir «¡No!» Y estar pasivo cuando es necesario; el que está plenamente despierto de día y plenamente dormido de noche; el que sabe inspirar y espirar, el que conoce el equilibrio de la vida.
«Confía en Alá pero ata primero el camello.”
Este dicho surge de una pequeña historia. Un maestro estaba viajando con uno de sus discípulos. El discípulo era el encargado de cuidar del camello. Llegaron de noche, cansados, a la posada para caravanas. Era obligación del discípulo atar el camello, pero no se molestó en hacerlo y lo dejó fuera. En cambio, se dedicó a rezar, le dijo a Dios: «Encárgate del camello», y se durmió.
Por la mañana el camello no estaba: había sido robado, se había ido… podía haberle ocurrido cualquier cosa. El maestro preguntó: —¿Qué ha pasado? ¿Dónde está el camello? —No lo sé —dijo el discípulo—. Pregúntaselo a Dios, porque yo le dije a Alá que cuidara de él; y como yo estaba cansado, no tengo la menor idea. Yo no soy el responsable porque se lo dije muy claramente. No hay forma de que no lo entendiera: se lo repetí tres veces. Y como siempre enseñas que debemos confiar en Alá, he confiado. Ahora no te enfades conmigo.
El maestro dijo: —Confía en Alá, pero primero ata el camello, porque Alá no tiene otras manos que las tuyas. Si quiere atar el camello, tendrá que usar las manos de alguien; pero no tiene otras que las tuyas. ¡Y es tu camello! La mejor forma de hacerlo, el camino más sencillo y más fácil es usar tus manos. Confía en Alá, no confíes sólo en tus manos; de otro modo estarás tenso. Ata el camello y después confía en Alá.
Preguntarás: «¿Para qué confiar en Alá si ya he atado el camello?»; porque aunque esté atado, el camello puede ser robado. Haz todo lo que puedas, pero eso no garantiza el resultado, no hay garantía. Por tanto, haz todo lo que puedes y después acepta lo que ocurra.
Éste es el significado de atar el camello: haz lo que puedas hacer, no eludas tu responsabilidad, y después si no pasa nada o si algo va mal, confía en Alá. Entonces Él sabe muy bien lo que hace. Quizá sea bueno para nosotros viajar sin camello. Es muy fácil confiar en Alá y ser vago. Es muy fácil no confiar en Alá y hacer las cosas. El tercer tipo de hombre es difícil de encontrar: confías en Alá y sigues haciendo las cosas. Pero ahora sólo eres un instrumento; Dios es el verdadero actor, tú sólo eres un instrumento en sus manos.
CUENTO SUFÍ SOBRE EL TERCER HOMBRE

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El Sufismo

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El Sufismo

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El Sufismo es el bendito camino de la vida que nos ayuda a acercarnos a Dios, siendo también un instrumento adecuado al servicio del mundo. Todo esfuerzo espiritual que permite elevar la consciencia humana a la consciencia cósmica para deshacer la propia individualidad y unirse a Dios, es Sufismo. Sufismo significa el progresivo desapego de la materia y de la propia mente individual. Sufismo significa la supresión de la tendencia a evadirnos del aquí y ahora. Sufismo no es una religión, sino una ayuda para la práctica de las verdades básicas espirituales de todas las religiones. El Sufismo es un Camino hacia Dios, no una creencia. El Sufismo no tiene nada que ver con los traficantes de milagros. La crucifixión de la carne es la muerte del cuerpo, la aniquilación del ego es la muerte de la mente. Todos los males de la humanidad se deben a la pasión mundana, afección, codicia y deseo. Los errores son lecciones de sabiduría. Recibe el insulto como su fuera néctar y el respeto como veneno, ama a Dios por encima de todas las cosas y empezarás a caminar como un loco, es decir, como un derviche.

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La educación que tenemos roba a los jóvenes la conciencia, el tiempo y la vida

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La educación que tenemos roba a los jóvenes la conciencia, el tiempo y la vida

Cuando uno escucha a este psiquiatra chileno da la sensación de estar frente al Jean-Jacques Rousseau de nuestro tiempo.

claudio-naranjo

Cuenta que estaba bastante dormido hasta que en los años 60 se fue a vivir a EE.UU., allí fue discípulo de Fritz Perls, uno de los grandes terapeutas del siglo XX y formó parte del equipo del Instituto Esalen en California. Allí tuvo grandes experiencias en el mundo terapéutico y en el mundo espiritual. Contactó con el sufismo y se convirtió en uno de los introductores de Eneagrama en occidente. También bebió del budismo tibetano y el zen.

Claudio Naranjo ha dedicado su vida a la investigación y a la docencia en Universidades como Hardvard y Berkeley. Ha fundado el programa SAT, una integración de la terapia Gestalt, el Eneagrama y la Meditación para enriquecer la formación de profesores. En este momento está lanzando un aviso muy contundente: o cambiamos la educación o este mundo se va a pique.

Dices que para cambiar el mundo hay que cambiar la educación ¿cuál es la problemática de la educación y cuál es tu propuesta?

La problemática en la educación no es de ninguna manera la que a los educadores les parece que es. Creen que los estudiantes ya no quieren lo que se les ofrece. A la gente se le quiere forzar a una educación irrelevante y se defiende con trastornos de la atención, con desmotivación. Yo pienso que la educación no está al servicio de la evolución humana sino de la producción o más bien de la socialización. Esta educación sirve para domesticar a la gente de generación en generación para que sigan siendo unos corderitos manipulables por los medios de comunicación. Esto es socialmente un gran daño. Se quiere usar la educación como una manera de meter en la cabeza de la gente una manera de ver las cosas que le conviene al sistema, a la burocracia. Nuestra mayor necesidad es la de una educación para evolucionar, para que la gente sea lo que podría ser.

La crisis de la educación no es una crisis más entre las muchas crisis que tenemos, sino que la educación está en el centro del problema. El mundo está en una crisis profunda porque no tenemos una educación para la conciencia. Tenemos una educación que en cierto modo le está robando a la gente su conciencia, su tiempo y su vida.

El modelo de desarrollo económico de hoy ha eclipsado el desarrollo de la persona.

¿Cómo sería una educación para que seamos seres completos?

La educación enseña a la gente a pasar exámenes, no a pensar por si misma. En un examen no se mide la comprensión, se mide la capacidad de repetir. ¡Es ridículo, se pierde una cantidad tan grande de energía! En lugar de una educación para la información, se necesitaría una educación que se ocupe del aspecto emocional y una educación de la mente profunda. A mi me parece que estamos presos entre una alternativa idiota, que es la educación laica y una educación autoritaria que es la educación religiosa tradicional. Está bien separar Estado e Iglesia pero, por ejemplo en España, han echado por la borda el espíritu como si religión y espíritu fueran la misma cosa. Necesitamos que la educación atienda también a la mente profunda.

¿Cuándo hablas de espiritualidad y de mente profunda a qué te refieres exactamente?

Tiene que ver con la conciencia misma. Tiene que ver con aquella parte de la mente de la que depende el sentido de la vida. Se está educando a la gente sin ese sentido. Tampoco es la educación de valores porque la educación de valores es demasiado retórica e intelectual. Los valores deberían ser cultivados a través de un proceso de transformación de la persona y esta transformación está muy lejos de la educación actual.

La educación también tiene que incluir un aspecto terapéutico. Desarrollarse como persona no se puede separar del crecimiento emocional. Los jóvenes están muy dañados afectiva y emocionalmente por el hecho de que el mercado laboral se traga a los padres y ya no tienen disponibilidad para los hijos. Hay mucha carencia amorosa y muchos desequilibrios en los niños. No puede aprender intelectualmente una persona que está dañada emocionalmente.

Lo terapéutico tiene mucho que ver con devolverle a la persona la libertad, la espontaneidad y la capacidad de conocer sus propios deseos. El mundo civilizado es un mundo domesticado y la enseñanza y la crianza son instrumentos de esa domesticación. Tenemos una civilización enferma, los artistas se dieron cuenta hace mucho tiempo y ahora cada vez más los pensadores.

A la educación parece solo interesarle desarrollar la parte racional de la gente ¿Qué otras cosas podrían desarrollarse?

Yo pongo énfasis en que somos seres con tres cerebros: tenemos cabeza (cerebro intelectual), corazón (cerebro emocional) y tripas (cerebro visceral o instintivo). La civilización está íntimamente ligada por la toma de poder por el cerebro racional. Con el momento en que los hombres predominaron en el dominio político, unos 6000 años atrás, se instaura esto que llamamos civilización. Y no es solamente el dominio masculino ni el dominio de la razón sino también de la razón instrumental y práctica, que se asocia con la tecnología; es este predominio de la razón instrumental sobre el afecto y sobre la sabiduría instintiva lo que nos tiene tan empobrecidos. La plenitud la puede vivir sólo una persona que tiene sus tres cerebros en orden y coordinados. Desde mi punto de vista necesitamos una educación para seres tri-cerebrados. Una educación que se podría llamar holística o integral. Si vamos a educar a toda la persona, hemos de tener en cuenta que la persona no es solo razón.

Al sistema le conviene que uno no esté tanto en contacto consigo mismo ni que piense por sí mismo. Por mucho que se levante la bandera de la democracia, se le tiene mucho miedo a que la gente tenga voz y tenga conciencia.
La clase política no está dispuesta a apostar por la educación.

La educación nos sumerge en un mar de conceptos que nos separan de la realidad y nos aprisiona en nuestra propia mente ¿Cómo se puede salir de esa prisión?

Es una gran pregunta y es una pregunta necesaria en el mundo educacional. La idea de que lo conceptual sea una prisión requiere una cierta experiencia de que la vida es más que eso. Para uno que ya tiene el interés en salir de la prisión de lo intelectual, es muy importante la disciplina de detener la mente, la disciplina del silencio, como se practica en todas las tradiciones espirituales: cristianismo, budismo, yoga, chamanismo… Parar los diálogos internos en todas las tradiciones de desarrollo humano ha sido visto como algo muy importante. La persona necesita alimentarse de otra cosa que conceptos. La educación quiere encerrar a la persona en un lugar donde se la somete a una educación conceptual forzada, como si no hubiera otra cosa en la vida. Es muy importante, por ejemplo, la belleza. La capacidad de reverencia, de asombro, de veneración, de devoción. No tiene que ver necesariamente con una religión o con un sistema de creencias. Es una parte importante de la vida interior que se está perdiendo de la misma manera en que se están perdiendo los espacios bellos de la superficie de la Tierra, a medida que se construye y se urbaniza.

Precisamente quería preguntarte tu opinión sobre la crisis ecológica que vivimos.

Es una crisis muy evidente, es la amenaza más tangible de todas. Se puede prever fácilmente que con el calentamiento de la Tierra, con el envenenamiento de los océanos y otros desastres que están pasando, no vamos a poder sobrevivir tantas personas como las que somos ahora.

Estamos viviendo gracias al petróleo y consumimos más recursos de los que la tierra produce. Es una cuenta atrás. Cuando se nos acabe el combustible será un desastre para el mundo tecnológico que tenemos.

La gente a la que llamamos más primitiva como los indígenas tienen una forma de tratar a la naturaleza que no viene del sentido utilitario. En la ecología como en la economía y otras cosas, hemos querido prescindir de la conciencia y funcionar sólo con argumentos racionales y eso nos está llevando al desastre. La crisis ecológica sólo puede pararse con un cambio de corazón, verdadera transformación, que sólo la puede dar un proceso educativo. Por eso no tengo mucha fe ni en las terapias ni en las religiones. Solo una educación holística podría prevenir el deterioro de la mente y del planeta.

¿Podríamos decir que has encontrado un equilibrio en tu vida a esas alturas?

Yo diría que cada vez más, aunque no he terminado el viaje. Soy una persona que tiene mucha satisfacción, la satisfacción de estar ayudando al mundo en el que estoy. Vivo feliz, si se puede ser feliz en esa situación trágica en la que estamos todos.

Desde tu experiencia, tu trayectoria y tu madurez, ¿cómo procesas el hecho de la muerte?

En todas las tradiciones espirituales se aconseja vivir con la muerte al lado. Hay que hacerse a esa evidencia de que somos mortales y creo que el que toma la muerte en serio no será tan vano. No tienes tanto miedo a cosas pequeñas cuando hay una cosa grande de la cual preocuparte más. Yo creo que la muerte sólo puede superarla uno que en cierto modo muere antes de morir. Uno tiene que morir a la parte mortal, a la parte intrascendente. Los que tienen suficiente tiempo y vocación y que llegan suficientemente lejos en este viaje interior se encuentran tarde o temprano con su verdadero ser. Y ese ser interior o ese ser lo que uno es, es algo que no tiene tiempo y que le da a una persona una cierta paz o un sentido de invulnerabilidad. Estamos muy absortos en nuestra vida cotidiana, en nuestros pensamientos de alegría, tristeza, etc… No estamos en nosotros, no estamos atentos a quien somos. Para eso necesitamos estar muy en sintonía a nuestra experiencia del momento. Esta es la condición humana, estamos viviendo hacia el pasado y el futuro, el aspecto horizontal de nuestra vida. Pero poco atentos a la dimensión vertical de nuestra vida, el aspecto más alto y más profundo, eso es el espíritu y es nuestro ser y la llave para acceder es el aquí y ahora.

A veces vamos en busca del ser y a veces nos confundimos en la búsqueda de otras cosas menos importantes como la gloria.

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